sábado, 26 de mayo de 2012

Capítulo 16: Nautigh, la ciudad portuaria


Capítulo XVI
NAUTIGH, LA CIUDAD PORTUARIA
- ¿¡De veras!?- exclamó Cristal, sorprendida- ¿¡vosotros sois los elegidos de la profecía de la que todo el mundo habla!? ¡Cómo mola!
Eduardo le hizo con un gesto que bajara la voz, en señal de advertencia:
- Te agradeceríamos que no hables del tema en público… ¡y tampoco que lo grites a los cuatro vientos!- dijo el chico, frunciendo el ceño- lo menos que necesitamos ahora es que se nos echen encima un montón de paparachis y curiosos.
- ¿Y qué problema hay?- preguntó la princesa- ¡Así seríais famosos, tendríais muchísimos fans y un millón de autógrafos por firmar! ¿¡No es increíble!?
- Parece que no entiendes el mensaje, ¿verdad?- suspiró Eduardo- de lo que se trata es de que esta información no llegue a nuestros enemigos, los que intentan matarnos. Por eso es importante la discreción y el no llamar la atención…además, tampoco me gustaría estar vigilado por cámaras ni televisores las veinticuatro horas del día. ¡Sería agobiante!
Cristal, como un miembro más del grupo, tenía derecho a saber la verdadera identidad de Eduardo y Erika, así que le contaron todo lo que sabían. Las aventuras que habían pasado, los enemigos a los que se habían enfrentado, y lo más importante, su verdadero objetivo: acabar con Meteorito.
La chica con coletas los miró a ambos, pensativa, y dijo con cierto aire de indiferencia:
- A simple vista la verdad es que no parecéis unos héroes de película…- comentó Cristal en tono de burla- en verdad tenéis razón, a nadie se le ocurriría pensar que unos críos enclenques como vosotros sean los elegidos que salvarán el mundo…podéis estar tranquilos.
Los dos jóvenes la asesinaron con la mirada mientras le echaban un mal de ojo:
- ¡Repite eso!- dijo Erika, amenazante con un puño- ¡no juzgues a la gente por su apariencia!
- ¡Vale vale, tranquila…no he dicho nada!- se disculpó la chica con coletas- ¡No a la violencia! ¡Paz y amor!
En ese momento Jack alzó la voz gritando:
- ¡¡Silencio, así no hay quien se concentre!!- se quejó el mago mientras miraba el mapamundi de Limaria en sus manos.
- ¿Vamos bien, Jack?- le preguntó Marina observando el mapa a su lado.
- Sí, estamos en la dirección correcta, aunque necesitamos provisiones- añadió el mago al notar la mochila muy ligera- tendremos que parar un momento en Nautigh.
- ¿Nautigh?- preguntó Erika al oír por primera vez ese nombre- ¿Qué lugar es ese?
- Se trata de un pueblo con grandes hoteles que se encuentra a la orilla del mar. Destaca por su sector servicios, ya que su principal fuente de ingresos económicos es el turismo. Mucha gente proveniente de otras tierras y continentes se dirigen ahí a pasar las vacaciones. Es uno de los grandes destinos turísticos por sus increíbles playas tropicales. También es considerada uno de los mayores y reconocidos puertos de Limaria, en el que atracan algunos de los trasatlánticos más lujosos del mundo. Sin duda, todo un paraíso de verano.
- ¡Qué guay, nos vamos a la playa!- exclamó Cristal con una sonrisa de oreja a oreja.
- ¡De eso nada!- cortó Jack tajante- No sé si os habéis dado cuenta, pero por cada minuto que pasa Meteorito se acerca cada vez más a nosotros. No podemos tomar el sol en la playa tranquilamente como si nada de esto nos importara.
- ¡No creo que pase nada por un ratito, hombre!- dijo la princesa, pícaramente- ¡venga, enróllate!
Mientras la chica con coletas trataba de convencerlo y el mago la ignoraba, Eduardo se dirigió a Jack preguntando con curiosidad:
- ¿Y está muy lejos Nautigh?
- No mucho. Se encuentra detrás de esas montañas, cruzando este valle- explicó el mago señalando las montañas- tendremos que pasar la noche fuera antes de llegar a la ciudad.
- ¿Entonces a qué estamos esperando?- dijo Cristal un poco más lejos- ¡vamos, no tenemos todo el día!
- ¿Qué prisa tienes?- dijo Rex andando tranquilamente- ¿no has oído a Jack? Llegaremos mañana a Nautigh.
- Pero me apetece correr…- dijo la chica frunciendo el ceño.
- Pues a nosotros no, si quieres adelántate tú- dijo el mago pesadamente- yo por lo menos estoy un poco cansado de hacer senderismo día tras día.
Tras pensarlo un poco, a Cristal se le ocurrió una idea. En ese momento dijo alegremente:
- ¡Yo os haré correr con el más mínimo esfuerzo!
- ¡Ja, qué graciosa…ya me gustaría verlo!- se burló Jack tras soltar una carcajada.
- ¿Quieres verlo? ¡Muy bien, míralo!
La chica con coletas sacó desafiante de su bolsillo el colgante mágico que Jack siempre llevaba colgado del cuello. El mago, al verlo, se registró los bolsillos. Al comprobar que no lo llevaba encima, miró a la princesa perplejo:
- No puede ser, ¿Cómo has…?
- Ya deberías conocerme, Jack- dijo Cristal- soy una ladrona profesional. Robar o quitar cosas es mi especialidad.
- ¡Devuélvemela ahora mismo!- le ordenó el mago, amenazante.
- Perdona, es que no me apetece caminar…- bostezó la chica con coletas- ven tú a cogerlo.
- ¿Y si no quiero?
- Se lo enseñaré a cierta persona- guiñó Cristal.
El mago supo a quién se refería. Se quedó con la boca abierta y colorado al comprobar que la princesa se había dado cuenta de lo que sentía por Marina. Aquella chica con coletas parecía tener el extraño don de conocer los sentimientos interiores de las personas en poco tiempo y con sólo mirarlas:
- No te atreverás…
- ¿Qué te apuestas?
Conociendo a la chica con coletas, Jack supo que se atrevería y lo haría. El mago acabó corriendo detrás de ella, tal y como predijo Cristal, a la que no atrapó a la primera. Ella dio un sorprendente salto mortal hacia atrás con una agilidad asombrosa, como si de una gata se tratara:
- ¿A qué no me pillas?- dijo la princesa con una sonrisa burlona, un poco más lejos.
Jack, cada vez más enfadado, gritaba:
- ¡Maldita ladrona, cuando te coja te voy a matar!
El mago se alejó corriendo para atraparla, para sorpresa del resto del grupo. Los demás, como no sabían el camino y el mapa lo tenía Jack, no tuvieron más remedio que correr tras él:
- ¡¡Espera, Jack!!- exclamaron sus amigos- ¡¡no nos dejes, que nos perdemos!!
A pesar de los muchos avisos de sus compañeros, el mago sólo podía prestar atención en recuperar su objeto robado. No podía permitir que se lo enseñara a Marina, o de lo contrario ella descubriría su secreto. De esa forma, corriendo a paso ligero por las sendas de montaña, el equipo de aventuras continuó siguiendo el camino que conducía a Nautigh.

Aquella noche el grupo decidió acampar, tal y como tenían previsto, porque no era buena idea continuar con la marcha por el sendero oscuro de la noche. Podían surgir peligros y de noche suponía un mayor riesgo debido a la falta de visibilidad, de modo que decidieron descansar. Además, aquella tarde Cristal les había hecho correr un montón y se encontraban exhaustos y cansados.
Tras prepararlo todo, y después de cenar, la mayoría del grupo se fue a descansar. El lado positivo de correr tanto fue la rapidez en llegar al estado de sueño, y enseguida todos lograron dormir sin problemas. O casi todos.
A pesar de haber corrido la maratón de su vida, Jack no podía dormir. Contemplaba tumbado en la hierba el pequeño punto rojo brillante en el cielo, y una sensación de preocupación lo invadía por dentro al pensar que aquella falsa estrella brillante sería la que acabaría con todo rastro de vida:
- Meteorito… ¿Cómo podemos detenerte?- preguntó pensando en voz alta.
En ese momento se levantó de la hierba, y contempló pensativo la pequeña hoguera que tenía enfrente, la que daba calor al resto de los presentes. Otra figura humana no tardó en levantarse del suelo, y el mago la reconoció enseguida:
- ¿Marina?
- Pensarás que estoy loca, pero no puedo dormir…- sonrió la maga.
- Lo mismo me pasa a mí…tengo el cuerpo agotado de tanto correr, pero aún así no logro conciliar el sueño….- luego añadió sonriente- ya somos dos locos.
Ambos soltaron una carcajada y rieron. Marina se sentó junto a él y observó la hoguera, también pensativa. En ese momento se acordó de algo que ocurrió ese mismo día, y comentó con curiosidad:
- ¿A quién se refería Cristal esta tarde con ese objeto que te robó? Debía de ser muy importante porque cuando la atrapaste, bien que le retorcías el pescuezo.
El mago de repente recordó a lo que se refería la chica, y su rostro adquirió repentinamente un semblante colorado. Se llevó la mano al colgante mágico que llevaba puesto. Con falsa mentira y un poco cortado, pronunció:
- Es que…hay una persona especial...y no quiero que sepa…lo que siento por ella…
- Así que es eso…- sonrió la maga- ¿y no piensas decírselo algún día?
- Es que…no encuentro el momento para hacerlo…- justificó él- me resulta muy difícil declarar mis sentimientos…
- Cualquier momento es bueno- dijo la maga tratando de animarle- deberías decírselo, antes de que sea demasiado tarde, ¿no crees?
- Sí, tienes razón…gracias Marina- sonrió él.
La chica le devolvió la sonrisa, y luego se quedó pensativa mirando la pequeña hoguera, al igual que Jack. Un incómodo silencio hizo acto de presencia, y los dos no sabían qué decir. Tras unos segundos de silencio, la maga preguntó con preocupación:
- ¿Crees que lo conseguiremos?
Jack suspiró, y volvió la vista a los dos jóvenes que dormían plácidamente junto a Cristal y Rex. Los dos parecían tranquilos a pesar de la enorme labor que les esperaba:
- No lo sé…hemos pasado por muchos desafíos y aventuras juntos, de los que milagrosamente hemos salido vivos…y a pesar de todo, ambos parecen decididos a conseguirlo, cueste lo que cueste.
Marina lo escuchaba atentamente mientras ella también observaba a Eduardo y Erika, dormidos profundamente:
- Lo más probable es que aún nos queden muchos enemigos y peligros por delante, más poderosos que a los que nos hemos enfrentado hasta ahora…- y el mago añadió con una sonrisa esperanzadora- sin embargo…confío en ellos, y deseo de todo corazón que la profecía se cumpla…porque esos dos pequeños son nuestra única esperanza.
Jack miró a la maga, que de repente bajó la cabeza y su rostro se volvió un poco asustado. Preocupado, Jack se dirigió a ella:
- ¿Qué te pasa? ¿A qué viene esa cara?
Marina tardó un poco en responder. Miró al mago y le dijo con preocupación:
- Hay algo…que no te he contado hasta ahora…
- ¿De qué se trata?- preguntó él, confuso.
- Verás…es sobre nuestra visita a Mugget…- dijo ella, con inseguridad- cuando te marchaste, y los dos jóvenes y yo nos quedamos solos en la Mansión Cornelio…tuvimos que enfrentarnos al asesino Ranor…
- Sí, lo recuerdo…- afirmó Jack- ¿pero a dónde quieres llegar?
- El que nos salvó a Erika y a mí…el que mató a Ranor…fue Eduardo…
El mago recordó entonces de repente las palabras que le había dicho Erika cuando fue en su busca en Mugget. Ella también afirmaba decir que fue su amigo el que acabó con la vida de Ranor. Sin embargo, la joven había permanecido inconsciente durante la batalla, el chico no recordaba nada, y sólo la maga sagrada tenía recuerdos de aquel combate del que fue el único testigo:
- ¿Marina…qué fue lo que pasó exactamente en aquella mansión?- preguntó Jack.
La maga temblaba al recordarlo. Su cara mostraba un horror que Jack nunca antes había visto reflejado en ella, y supo que tenía mucho miedo. Le temblaba la voz al pronunciar:
- Erika arriesgó su vida…para proteger al joven….y fue entonces…cuando Eduardo…estalló de rabia…
- Dime… ¿qué más recuerdas?
Marina cada vez se ponía más nerviosa y asustada. El mago comprendió que recordar aquel combate no era nada agradable, pero tenía que saber qué fue lo que pasó en realidad. La maga continuó diciendo, temblando:
- Sus ojos se convirtieron…en los de un animal salvaje…su arma resplandecía…con un brillo extraño…adquirió de repente…una fuerza sobrehumana…y su aura mágica…nunca había visto nada igual…
Jack la escuchaba atentamente, con la boca abierta, perplejo y sin palabras. La descripción que aportaba Marina sobre el chico no se parecía en nada al joven que él conocía. Le costaba creer lo que oía:
- Estaba muy asustada…tenía miedo…aquel monstruo…no era Eduardo…no…
En ese momento la maga no pudo continuar, y echó a llorar. Jack la abrazó y consoló rodeándola con sus brazos:
- Tranquila, ya pasó todo…lo has hecho muy bien…- intentó tranquilizarla el mago-…olvida lo que me has contado…intenta pensar en otra cosa más bonita…
Marina hizo lo que le dijo Jack, mientras éste la abrazaba y acariciaba, tratando de consolarla. Ella también lo abrazó a él, y al cabo de unos minutos, la maga dejó de llorar. Sentía una cálida paz interior que la cubría estando cerca de Jack, y la seguridad que él le proporcionaba la mantenía tranquila, como ningún otro podía hacerlo. Sonrió feliz al estar tan cerca del mago, y ambos permanecieron así durante un rato.
Al cabo de unos minutos, los dos se separaron, y Jack dijo con tranquilidad:
- Bueno, es hora de dormir.
- Sí…- respondió ella secándose las lágrimas, que se levantó diciendo- será mejor que vayamos a dormir.
Marina se alejó a su sitio, y allí se tumbó en la hierba, al igual que el mago. Antes de dormir, ella le dijo en voz alta, sin girarse a él:
- Jack
- Dime.
- Muchas gracias…de verdad…
Él sonrió feliz, y trató de dormir. Marina hizo lo mismo y, antes de caer rendida en un profundo sueño, sonrió de felicidad mientras el corazón le latía tan rápido como nunca antes lo había hecho. Fue entonces cuando supo que realmente estaba enamorada.

A la mañana siguiente, y tal y como predijo Jack, el grupo llegó a las puertas de entrada a Nautigh. Eduardo observaba asombrado y con la boca abierta que la ciudad portuaria más famosa de Limaria era en realidad una colosal isla situada a varios kilómetros de la orilla del continente central. Los enormes edificios y rascacielos que podían divisarse desde lejos denotaban la calidad de sus hoteles de cuatro y cinco estrellas. El cielo azul reflejaba las hermosas playas tropicales, que eran tal y como el chico las había imaginado, y varios trasatlánticos gigantescos se hallaban atracados en los puertos de Nautigh. La isla se encontraba aislada en el mar, y conectada únicamente por varios puentes con el continente central de Limaria, que servían para la entrada y salida de la ciudad a los visitantes. Definitivamente Eduardo quería pasar alguna vez sus vacaciones de verano en aquel paraíso tropical.

El grupo de aventuras atravesó uno de los puentes que conectaba con Nautigh, y tras varios minutos por encima de las olas del mar, finalmente pisaron las calles de aquella fantástica isla veraniega:
- ¡Por fin, ya era hora!- exclamaba la chica con coletas, eufórica- ¡Qué ganas tengo de ir a la playa!
- ¿Cristal, qué es lo que llevo diciendo todo este rato?- le dijo amenazante el mago- ¡sólo hemos venido a por provisiones, nada de vacaciones!
- ¡Lo sé, lo sé!- respondió la princesa frunciendo el ceño, que luego murmuró en voz baja- viejo amargado…
- ¿Qué has dicho?- preguntó Jack, un poco molesto.
- ¡Nada, nada…olvídalo!- sonrió la chica con coletas tratando de fingir- ¡sigamos a la tienda!
Continuaron andando, recorriendo las calles de Nautigh. Estaban llenas de gente comprando en los comercios, y se oían por todos lados griteríos parecidos a los que se escuchaban en los mercadillos vendiendo fruta, con precio incluido. Más de un vendedor se dirigía a ellos con intención de vender sus productos, pero no lo conseguían. Jack les indicó a los demás que no les hicieran caso, ya que cualquiera podría ser un estafador:
- ¡Ey viajeros, necesitan ayuda ¿¡verdad!?- les dijo uno mostrándoles su mercancía- ¿¡Qué tal este precioso collar coraza por 500 platines!? ¿¡O este anillo hielo por 650!? ¡Son productos importados del mercado Mugget, muy exclusivos y que no encontrarán en ningún otro sitio!
- No gracias, no nos interesa nada- dijo Jack, dejando claro que los dejara en paz.
Otra señora los miró diciendo con una sonrisa astuta:
- ¿¡Y no quieren para el chucho una preciosa alfombra importada de Idnia!? ¡Es muy suave y cómoda, en ella su mascota dormirá más a gusto que un rey!
Rex volvió a enfadarse. Ya había oído ofertas semejantes referidas sólo a él, y estaba empezando a cansarse. Los demás le decían que no hablara en público o delataría su habilidad especial, y se convertiría en el animal exclusivo del mercado, buscado por los comerciantes para sus intereses económicos:
- Disculpe, ¿podría decirme dónde encontrar la tienda de objetos más cercana?- preguntó Marina a la vendedora de un puesto vacío, y que no parecía obsesa del consumismo.
- En esta parte de la ciudad le será imposible comprar objetos con tanta gente- le respondió la señora tendera- le recomiendo ir a la avenida de la playa, allí podrá gastar dinero sin estos ajetreos de la muchedumbre.
- ¡Muchas gracias!

Tal y como les indicó la señora, el grupo decidió acercarse a la orilla del mar, donde supuestamente había una tienda de objetos no abarrotada de gente. No tardaron en llegar a una extensa avenida marítima, cerca de los puertos de la ciudad y de los grandes trasatlánticos, adornada con palmeras tropicales y puestos de bebidas frescas. Allí, en las hermosas playas, había mucha gente tumbada en la arena tomando el sol, y otros tantos bañándose en el mar. El agua tan cristalina y tranquila invitaba a meterse en ella, pero sabían que en aquellos momentos no debían tomarse unas vacaciones improvisadas.
En un momento dado del camino, un extraño mono pequeño de color blanco se acercó frente a ellos, y los miró con curiosidad:
- ¿¡Anda, y quién eres tú, pequeñín!?- dijo Erika, sonriendo al animal.
El mono se acercó más al grupo y fue a parar al chico, a quién le trepó por todo el cuerpo y se subió en su hombro. Eduardo se reía con las pequeñas patas que tocaban su cara y orejas:
- ¡Para, que me haces cosquillas!
- ¿¡Qué haces!? ¡Bájalo!- dijo Cristal- ¡no sabemos si está vacunado…alomejor tiene la rabia o la peste!
- ¡No digas eso!- respondió el joven- ¿Cómo va a tener un animal la peste? Es que se te ocurre cada cosa…
En ese momento, y tras unos segundos mirando el colgante del chico, el mono se lo quitó de la cabeza y saltó del joven al suelo, para sorpresa de todos. Con él llevado puesto, salió corriendo a toda velocidad:
- ¿¡Eh, pero qué haces!?- exclamó Eduardo, que salió corriendo detrás del pequeño animal- ¡¡Devuélveme eso!!
- ¡Eduardo, espera!- dijeron los demás, corriendo detrás de él.
Tras varios intentos, el chico finalmente logró atrapar al mono ladrón, y exclamó triunfante:
- ¡Te tengo!
Sin embargo, de repente chocó con alguien, y cayó de espaldas al suelo. Aún con el mono entre las manos, levantó la vista a la persona con la que había chocado. Se sorprendió, con la boca abierta y completamente perplejo, al ver a un hombre alto, de pelo oscuro y con una lujosa y majestuosa capa de diferentes tonos azules. Éste se dio la vuelta y miró al joven sentado en el suelo, también sorprendido.
En ese momento aparecieron detrás del hombre con capa otros individuos vestidos con esmoquin negro, y gafas de sol que ocultaban sus ojos. Miraron al chico con desconfianza y dijeron:
- ¿Señor, se encuentra bien?-preguntó uno de ellos- ¿le ha hecho algo este crío?
- ¡Lo siento…!- se disculpó Eduardo- ¡no pretendía…!
- Esto te va a costar caro, mocoso- dijo el otro acercándose a él.
Asustado por la paliza que le iba a pegar el guardaespaldas, el gesto de la mano en señal de parar de alguien le detuvo diciendo:
- Ya es suficiente- ordenó el desconocido con capa.
- ¿Señor?- preguntó confuso uno de sus guardaespaldas.
- Sólo ha sido un pequeño accidente, no es para tanto…- argumentó el desconocido, que luego tendió la mano a Eduardo en señal de ayuda- levántate joven, por favor.
El chico le tendió la mano y con su ayuda logró levantarse, al tiempo que los guardaespaldas se relajaban y volvían a colocarse detrás del que parecía ser su superior. Mientras le quitaba el colgante al mono y se lo ponía de nuevo en su cuello, Jack y los demás llegaban al encuentro de su compañero y del nuevo individuo:
- Gracias- dijo Eduardo, un poco avergonzado- y perdone lo de antes, no pretendía hacerle daño.
- No te preocupes, ya lo he olvidado- respondió el desconocido.

En ese momento llegó corriendo hacia ellos un niño pequeño, y el mono que tenía Eduardo en sus manos saltó al suelo y corrió a reunirse con él. Ambos parecían contentos de volver a encontrarse:
- ¿¡Miko, dónde te habías metido!?- preguntó el niño- ¡pensaba que te habías perdido!
El grupo comprobó asombrado que aquel pequeño animal pertenecía al nuevo niño, el cual se levantó y los miró con sorpresa. Al volver la vista al hombre con capa, de repente el pequeño sonrió diciendo:
- ¡Señor Alejandro!
- ¡Anda, Oliver!- sonrió a su vez el desconocido- ¡Cuánto tiempo!
Jack y los demás cada vez entendían menos la situación. Parecía que aquellos dos ya se conocían de antes. Perplejos, contemplaban la escena sin saber qué hacer:
- ¿Cómo te va, pequeño?- preguntó el hombre con capa- ¡Cuánto has crecido…la última vez que te vi apenas comenzabas a andar!
- ¡Pero ya soy más grande!- respondió el niño, con euforia- ¡y muy pronto seré tan alto como tú!
El desconocido sonrió y soltó una carcajada, tras lo cual le preguntó sonriente:
- ¿Y qué tal tu padre? ¿Sabes dónde está ahora? Me gustaría saludarle.
- ¡Acabamos de llegar de un crucero por el continente oeste!- exclamó el niño alegremente- ¡He visto muchos lugares, pero ninguno tan bonito como el reino de Oblivia! ¡Tenía un castillo muy grande y unos paisajes hermosos, no te lo puedes creer!
- Lo imagino- sonrió el desconocido- debe de ser preciosa esa región.
En ese momento se acercó a ellos otro hombre, al que el niño corrió hacia él y lo abrazó con fuerza. A juzgar por su vestimenta, su uniforme y su gorra, parecía ser el capitán de un barco:
- ¡Papá, papá…mira quién está ahí!- señaló el pequeño.
El hombre uniformado miró al desconocido, y con sorpresa, mostró una sonrisa diciendo:
- ¡Vaya, Alejandro!- exclamó sorprendido- ¡Hace mucho tiempo que no pasas por este lugar! ¿A qué se debe esta visita?
- Me apeteció tomar un pequeño descanso de mi ajetreada vida laboral… ¿y qué mejor lugar que Nautigh, el paraíso veraniego?- dijo el otro pícaramente- ¿y qué hay de ti? ¿Cómo van las cosas por aquí?
- Pues de momento todo va bien…como puedes ver, la paz y la tranquilidad son las dos palabras que reflejan este lugar...- explicó el capitán- acabo de llegar de un crucero con los grandes sabios de la región para tratar un problema con el reino de Oblivia…al parecer, su princesa ha desaparecido y la necesitan urgentemente para casarla con el príncipe del continente este…acaban de confirmar que no se encuentra en su reino, y la están buscando por toda Limaria.
Cristal tragó saliva y se escondió detrás de Marina, y los demás del grupo se dieron cuenta. Fue entonces cuando el desconocido con capa dijo:
- Sí, ya había oído hablar del tema…- asintió con la cabeza- y lamentablemente no la he visto…lo más probable es que se oculte entre la gente como una más, e incluso puede que esté más cerca de nosotros de lo que creemos.
- En cualquier caso, los reyes de Oblivia nos han pedido que aunamos fuerzas para encontrarla lo más pronto posible…
- No se preocupe, cuente también con mi ayuda- dijo el hombre con capa.

En ese momento intervino Jack, que le preguntó asombrado al desconocido con capa:
- Disculpe… ¿¡es usted Alejandro!?
El hombre se sorprendió bastante, ya que por un momento se había olvidado del grupo. Enseguida dijo:
- ¡Pero qué cabeza la mía, y qué descortés por mi parte!- exclamó- ¡me había olvidado presentarme!
El desconocido se dirigió al grupo y presentó a los que allí estaban con él:
- Perdonad, este es el capitán Mulock y su hijo…viejos conocidos míos.
- Encantado de conoceros- dijo el capitán.
- ¡Yo me llamo Oliver!- exclamó el niño sonriente- ¡y este es mi mono Miko!
- Yo soy Jack- y señalando a sus amigos dijo- y estos son Erika, Rex, Eduardo, Marina y…- tras pensarlo un poco, dijo con una sonrisa pícara- ¡Filipondia, sí… Filipondia!
Cristal, al oír aquello, se enfadó y exclamó furiosa:
- ¿¡Qué!? ¿¡Filipondia!? ¡¡Serás hijo de…!!
Los demás miembros del grupo le taparon la boca rápidamente y la inmovilizaron mientras la chica con coletas trataba de liberarse. Ante las caras raras y extrañas del desconocido, de Mulock y Oliver, Jack sonreía pícaramente:
- Es que no le gusta decir su nombre en público…se avergüenza de él…
Cuando la princesa se hubo calmado, los demás la soltaron con gestos amenazantes, indicándole que no hiciera nada sospechoso con su identidad. La chica con coletas tuvo que aceptar a regañadientes mientras murmuraba en voz baja:
- Cuando coja a Jack, lo voy a matar…

Retomando el tema, Jack volvió a preguntar asombrado al desconocido con capa:
- ¿¡De verdad es usted Alejandro!?
- Sí, el mismo en persona- sonrió él.
- ¡No me lo puedo creer…es usted!- exclamó el mago, eufórico.
Eduardo, que no entendía nada de la situación, le preguntó a Jack:
- ¿Quién es Alejandro?
Los presentes soltaron una carcajada y rieron mientras Jack le decía al chico:
- ¿¡Qué!? ¿¡De verdad no le conoces!?- exclamó sorprendido- ¡¡se trata de uno de los magos más famosos y poderosos de Limaria!!
Jack parecía motivado e ilusionado. Eduardo recordó que en más de una ocasión el mago les había hablado de Alejandro y de sus increíbles méritos y hazañas. Era su mayor ídolo y quería conocerlo algún día en persona. Al parecer era alguien muy conocido en toda Limaria, y algunos rumores urbanos decían que también era un mago muy poderoso. Muchos lo conocían por su legendario nombre, pero pocos tenían el privilegio de conocerlo en persona.
Alejandro tenía un aspecto noble y majestuoso. Vestía ropa elegante muy parecida a la de la Edad Media y tenía el mismo color de pelo que sus ojos oscuros y profundos. Su rostro amable y su sonrisa cálida despedían una sensación agradable y hogareña de seguridad.
Parecía imposible que existiera un resquicio de maldad en su alma. De hecho, Jack les contaba en numerosas ocasiones que Alejandro había donado grandes sumas de dinero y comida a las regiones más pobres de Limaria, a la vez que había aportado gran ayuda económica al desarrollo del tercer mundo. Todo parecía indicar claramente que se trataba de una buena persona, y de hecho era muy querido por los habitantes de su ciudad:
- ¡Bueno, bueno, no es para tanto!- sonrió Alejandro- ¡no digas eso, que sólo son rumores! ¡Los hay mucho más poderosos que yo!
- ¡No seas tan modesto!- le dijo Jack- ¡ningún mago de élite alcanza tu poder mágico…eres conocido como una leyenda viva en toda Limaria!
Todos rieron. Eduardo se quedó perplejo y asombrado al conocer en persona a uno de los más poderosos magos de aquel mundo mágico. Le parecía imposible, pero a juzgar por su majestuosa vestimenta y los guardaespaldas que lo seguían, todo parecía indicar que Jack estaba en lo cierto. A Eduardo le gustaría ver su poder mágico en un combate:
- Y bueno…- dijo Alejandro al grupo- ¿a dónde pensáis ir?
- Estamos buscando una tienda de objetos y nos dijeron que por aquí hay una…- dijo Marina- ¿sabe dónde encontrarla?
- Está un poco más lejos, siguiendo recto por esta avenida- explicó el mago legendario- si me permitís, me gustaría acompañaros hasta ella.
- ¡No hay problema!- exclamó Jack- ¡acompáñanos, por favor!

Y de esa forma, se dirigieron acompañados de Alejandro camino a comprar provisiones a la tienda de objetos más cercana. Ajenos a lo que le esperaba, una misteriosa figura encapuchada se encontraba en la cima de la montaña más alta de Nautigh. Su manto negro de la organización Muerte ocultaba su rostro, que mostraba una sonrisa maléfica mientras sus manos chispeaban con descargas eléctricas. Observaba la ciudad diciendo:
- Tal y como me encargó mi señor, he de infundir el pánico y el dolor en esta pacífica ciudad…preparaos, malditos humanos…porque esta isla será vuestra tumba.

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