jueves, 25 de julio de 2013

Primer verano pendiente + breve historia escrita


¡Hola hola hola, intrépidos bloggerienses! ¿Qué tal? ¿Os ha gustado el recién estrenado capítulo 47? Mirando las estadísticas y las muchas visitas que recibió el blog anteayer puedo deducir que sí. ¿Qué os ha parecido el combate? ¿Interesante o aburrido? ¿Os ha mantenido pegados a la pantalla o lo dejasteis a medias de lo extremadamente soso que era?

Bueno, hoy vengo a daros una mala noticia que concierne a mis estudios (creo que ya os podéis imaginar qué es). Sí, al final suspendí el examen de Lengua, tal y como lo esperaba desde el primer momento en que vi el examen en la mesa. Suspendida la última oportunidad que me permitían, ahora he tenido que matricularme para el próximo año otra vez de esa asignatura pendiente.
Técnicamente sigo estando en tercer año de carrera, pero llevo arrastrando una materia pendiente por detrás. Es la primera vez en toda mi vida como estudiante que me queda una, pero la verdad es que no me importa demasiado (peor hubiera sido en la secundaria o en bachillerato), ya que puedo recuperarla el año que viene. En parte puedo sentirme orgulloso de mí mismo, porque nunca antes había dejado ninguna pendiente en verano, y eso es algo que me llena de satisfacción. ¡Eso significa también que tendré menos tiempo para escribir FF: MP! ¡Pero tranquilos, que aunque me lleve más tiempo de lo previsto prometo que terminaré esta historia, lo juro como que me llamo Eduardo!

Y hablando de la odiosa asignatura de Lengua, os dejo a continuación con un breve relato que escribí hace la tira de años (más o menos de la edad de este fanfiction), cuando estaba en el instituto. Lo encontré el otro día revisando los viejos apuntes, y me pareció interesante añadirlo en esta entrada ya que hablo de este mismo tema.
Se trata de un relato corto que nos mandaron a hacer a todos para un concurso del instituto, conmemorando el día del libro, y que era de obligado deber como una tarea más de la asignatura. Me inspiré en un sueño que tuve hace mucho tiempo, pero más bien era una pesadilla. ¡Espero disfrutéis con la lectura!

Abrigado bajo el calor de las grandes y acolchadas mantas que me cubrían, desperté y abrí rápidamente los ojos, cuando un escandaloso sonido me aleja repentinamente de mis pensamientos y dulces sueños. Mientras detengo ese molesto ruido a las siete de la mañana palpando con mi mano en la mesita de noche, una odiosa palabra destroza la rutina de mis últimas cuarenta y ocho horas, y me devuelve a la triste y cruda realidad: Lunes.
Me levanto, como cada primer día de semana, medio despierto y medio sonámbulo. Porque aunque mi cuerpo esté despierto, mi mente aún permanece en otro lejano mundo, muy lejos de este. Como mis ojos son todavía demasiado sensibles para recibir la luz artificial de la lámpara de mi cuarto, camino despacio en la penumbra de la oscuridad. Tardo bastante en palpar una pequeña linterna que uso exclusivamente para organizarme por las mañanas, precisamente porque no desprende una cantidad de luz exagerada, y también porque me sirve como iniciativa para adaptar mi vista nocturna poco a poco a la claridad.
         Tras elegir con lentitud la ropa para ese día, y sin ganas de quitarme el pijama que aún conservaba el calor de mi cuerpo, la fase de estado zombi dormido desaparece al sentir caer el agua caliente de la ducha por encima de mi cabeza. Sería la última sensación de calor por la mañana, antes de sentir el duro frío que congelaría mis huesos al salir por la puerta de mi cuarto. Ni siquiera abrigado con mi nueva chaqueta, comprada este último fin de semana, consigo quitarme este frío que me recorre el cuerpo y me incita con muchas ganas a volver corriendo a mi querida, cómoda y calentita cama.
         La cocina sería mi siguiente objetivo dentro de la rutina de las mañanas, pero al mirar el reloj de mi muñeca me doy cuenta de que he tardado tanto en prepararme que en aquellos momentos debería estar saliendo por la puerta, cargado con la mochila a la espalda. Quedan tan sólo veinte minutos para que llegue al instituto, y el tiempo se me ha pasado tan extrañamente volando que pienso que esto no es normal. Por lo general, suelo tener el tiempo calculado desde que me despierto y levanto de la cama hasta que cargo con la mochila y salgo por la puerta.
        

        Con algo de prisa, me como rápidamente varios panecillos y bebo un ligero vaso de leche desnatada light, dejando a mi estómago pidiendo a gritos algo más que darle. Tras echar un último vistazo a mí imagen reflejada en el espejo, cojo camino por la puerta y desaparezco de mi hogar sin ni siquiera despedirme de mamá y papá, que aún siguen durmiendo.
         Corriendo por las calles camino del instituto, ocurre algo inesperado. Tardo muchísimo en darme cuenta de lo que está a punto de pasarme cuando, a la vuelta de la esquina, una tremenda colisión de dos coches a gran velocidad hace que uno de ellos salga volando por los aires y vaya directo hacia mí. Todo ocurre tan rápido que veo pasar mi vida fugazmente en unos segundos, antes de cerrar los ojos y maldecirme a mí mismo por no despedirme de mis seres queridos. La oscuridad me inunda por completo y no logro vislumbrar el impacto que causará mi muerte.

         De repente despierto, jadeando y sudando en mi cama, y descubro que todo era un sueño, una horrible pesadilla. Al mirar como un loco el calendario descubro que es Domingo, y suspiro mucho más aliviado. Corro a despertar a mis padres, con lágrimas y una sonrisa bien grande en mi cara.

No es gran cosa, ya que lo hice corriendo y con prisas, sin mucho entusiasmo por ganar ese concurso. ¡Espero que os haya gustado, y hasta la próxima entrada!
¡Feliz verano a todos! ^^

No hay comentarios:

Publicar un comentario