jueves, 30 de enero de 2014

Capítulo 52: La hora de la verdad (2º Parte)

Capítulo LII
LA HORA DE LA VERDAD (2º PARTE)
Erika y los demás se encontraban en guardia y con las armas en las manos, frente al nuevo peligro que debían afrontar. Delante de ellos tenían a un nuevo y evolucionado Derriper, con mayor poder oscuro que antes, y a su reciente aliado Caos Bahamut, que había acudido a ayudarlo. Ambos enemigos por separado eran temibles y poderosos, y estando ahora juntos formaban un equipo aterradoramente peligroso.
Tanto el mago como los demás sabían que contra aquella nueva combinación, incluso superándolos en número, no tenían ninguna posibilidad de ganar:
- ¡¡Mierda, encima de hacerse más fuerte ahora también cuenta con ése maldito dragón negro!!- se quejó Cristal, horrorizada- ¿¡Qué hacemos ahora!?
- ¡¡No…no lo sé!!- respondió Jack, de la misma forma- ¡¡Lo que sí está claro es que necesitamos ayuda…nosotros solos no podemos contra estos dos monstruos!!
En ese instante les sorprendió el imponente rugido de Caos Bahamut, con las fauces abiertas y mostrando sus poderosos y afilados colmillos. Batiendo sus enormes alas en el aire, el dragón negro se lanzó directo hacia ellos, actuando por voluntad propia y sin ninguna orden de Derriper. Aquel rápido movimiento inesperado por parte del enemigo los pilló a todos por sorpresa:
- ¡¡Cuidado, ahí viene!!- exclamó Rex, aterrado y paralizado.

Caos Bahamut era increíblemente rápido, tanto que en apenas unos breves segundos logró llegar hasta su posición. Jack y los demás estaban tan perplejos y asustados con la tremenda capacidad de reacción y velocidad de la criatura alada, que no fueron capaces de actuar al ver que se lanzaba hacia ellos amenazadoramente y con un grito de furia.
El miedo y el horror que empezaron a sentir en apenas un instante los tenía paralizados del terror, y eso mismo era lo que les impedía moverse. Contemplaban en silencio y con la boca abierta cómo se aproximaba su muerte.

Justo cuando parecía que ya todo estaba acabado y que iban a morir, un nuevo milagro los salvó a todos inesperadamente.

A pocos centímetros entre Caos Bahamut y el grupo se interpuso una misteriosa luz blanca, que comenzó a brillar de repente y cobró tanta fuerza en un solo instante que cegó a Jack y a los demás.
El equipo entero cerró los ojos y se cubrió con los brazos mientras la luz bloqueaba y hacía retroceder al dragón negro, que dejó de rugir de furia. Caos Bahamut se alejó del equipo muchos más metros de distancia y se apoyó a cuatro patas en el suelo, con sus dos grandes alas negras abiertas y sin dejar de mirar al frente, justo delante de Derriper.

El ser oscuro no se sorprendió lo más mínimo al observar lo que acababa de ocurrir, al contrario que sus oponentes. Cuando la luz dejó de brillar con fuerza y su resplandor se volvió tenue y débil, Eduardo y los demás abrieron de nuevo los ojos mientras dejaban de cubrirse con los brazos.
Se quedaron muy sorprendidos y asombrados al ver que la misteriosa luz blanca había cobrado forma y ahora se había convertido, igual que la invocación de Derriper, en otro enorme y poderoso dragón, el cual reconocieron enseguida. Sin embargo, a diferencia de la criatura alada negra, ésta era de color plateado, y sus escamas brillaban del mismo color:
- ¡¡Bahamut!!- exclamaron todos los miembros del grupo, a la vez.

Al fijarse todos en ese momento en la esfera de invocación de Erika, descubrieron con asombro que ésta brillaba, y desde entonces supieron sin lugar a dudas que era el mismo guardián de la fuerza que le había entregado el anciano Mirto a la joven, durante su última visita al Templo Sagrado.
Conocían de sobra el motivo por el que el dragón plateado había aparecido allí, y sabían también que acababa de salvarles la vida, justo a tiempo y en el último momento:
- ¡¡Bahamut nos ha protegido!!- exclamó Alana, con una media sonrisa de alivio y alegría- ¡¡Estamos salvados!!
- ¡¡Ahora la balanza está equilibrada!!- dijo la princesa con coletas, algo más esperanzadora- ¡¡Dragón contra dragón y nosotros contra Derriper!!
Sin embargo Ray, que le costaba mucho ver el lado positivo de las cosas, no sonreía ni mostraba gesto alguno de alegría, como el resto de sus compañeros. Miraba aún con preocupación al frente, al dios oscuro, y añadió seriamente diciendo:
- No cantéis victoria tan rápido…- dijo el chico de negro- Caos Bahamut es demasiado fuerte, puede que incluso para nuestro poderoso aliado…según cuentan las viejas leyendas, cuando terminó la guerra de los seis elementos que dieron origen a Limaria, con el pacto de los seis dioses la mitad de sus poderes destructivos fueron a parar a la figura de un séptimo elemento, un séptimo dios…- explicó el joven con gafas- ése nuevo y oscuro ser se manifestaba en forma de un temible dragón negro, que con su tremendo poder sumió al mundo en el caos y la destrucción…hasta dejar el planeta tal y como lo conocemos hoy.
Jack y los demás se quedaron sorprendidos y perplejos por lo que acababan de oír. Aquello sólo podía significar una cosa:
- ¿¡Quieres decir qué…!?- preguntó Rex, aterrado.
- Sí…Caos Bahamut está formado por las tinieblas del ser oscuro…nació de Derriper…- explicó Ray, seriamente- ni siquiera sé si nuestro Bahamut será rival para él…no lo tendrá nada fácil.

Los dos dragones rugían mostrando sus colmillos y mientras se miraban fría y amenazadoramente a los ojos. Al lado de ellos, el equipo de aventuras y el dios oscuro parecían mucho más pequeños e insignificantes. Las dos bestias estaban a punto de enzarzarse en un feroz y colosal combate a muerte.

Y finalmente, después de unos largos segundos de suspense e intriga, por fin dio comienzo a la segunda etapa del combate.

Los dos dragones se lanzaron volando directos el uno hacia el otro. A medio camino ambos dispararon a la vez una bola de fuego por la boca, que chocaron y provocaron una tremenda explosión, seguido de una enorme humareda. El Bahamut plateado se detuvo en seco frente al humo negro, batiendo sus alas en el aire y tratando de localizar a su rival en el interior.
De repente, y con un grito de furia, el dragón negro surgió de la humareda y embistió al plateado, que lo tiró al suelo y lo envió rodando un poco más lejos. Caos Bahamut no se detuvo y escupió, a modo de lanzallamas, fuego por la boca directo al enemigo.
El G.F. de luz blanca se levantó justo a tiempo para esquivar las llamas y, a continuación y rápidamente, embistió de un cabezazo en el estómago a su oponente. Este golpe hizo retroceder al dragón negro, apoyándose en el suelo con las garras de sus patas traseras.
Una nueva y rápida bola de fuego disparada por el G.F. plateado sorprendió a Caos Bahamut, que no pudo protegerse ni esquivar el ataque a tiempo, y la siguiente explosión lo envió directo al suelo cayendo de espaldas.
Bahamut se lanzó de nuevo a atacar a su rival antes de que se levantara, pero un golpe inesperado de su larga y fina cola negra lo azotó en la cara y lo desvió a un lado, fallando el ataque. El dragón negro se levantó de un salto y, antes de que el otro pudiera reaccionar, le arañó de un zarpazo en toda la cara, que lo hizo chillar de furia y dolor. A continuación lo embistió nuevamente para que retrocediera, y luego batió sus alas en el aire, con las que voló hasta cobrar mucha altura en el cielo del sueño onírico.
Bahamut se recuperó de la embestida y alzó la vista arriba. Gruñó de furia y rabia, al ver a su enemigo esperándolo pacientemente más arriba. El dragón plateado también batió sus alas en el aire y voló directo al cielo, hacia la posición de su rival. A medio camino de nuevo ambos dragones escupieron a la vez fuego por la boca, chocando ambos ataques y formando los dos un peligroso y aterrador cielo en llamas.

Mientras las dos criaturas aladas libraban un duro y feroz combate aéreo a mucha más altura en el cielo, Eduardo y los demás también tenían que enfrentarse al líder de la organización Muerte, en tierra. Ray advirtió a los demás, que hasta ese entonces se habían quedado observando el duelo de dragones, cuando al bajar la vista descubrieron que el enemigo se acercaba corriendo hacia ellos:
- ¿Os olvidabais de mí?- preguntó la gran armadura oscura, ahora sin capa negra a la espalda.
- ¡¡Cuidado, ahí viene Derriper!!- exclamó el chico con gafas, alertando del peligro.
Inmediatamente todo el equipo se puso en guardia, dispuesto a afrontar esta segunda etapa del combate.

Los siete miembros del grupo se lanzaron al ataque contra el líder de la organización Muerte, pero muy pronto descubrieron, cuando se enzarzaron de nuevo en una batalla campal, que su enemigo ya no era el mismo de antes.
El ser oscuro había adquirido una nueva y tremenda velocidad y agilidad muy superiores a los de la primera forma, no sólo a la hora de realizar sus movimientos, sino también para transformar sus extremidades oscuras. Ahora mutaba sus brazos y manos en apenas un segundo, y se había vuelto mucho más letal y peligroso que antes.
Rex y los demás no tuvieron ninguna posibilidad, después de recibir todos una paliza en poco más de diez segundos de ataques y movimientos seguidos sin parar, en los que Derriper bloqueaba, esquivaba y contraatacaba a una velocidad sobrehumana. Los siete miembros del grupo acabaron sucumbiendo a los combos y ataques encadenados del enemigo, que los hirió y envió un poco más lejos rodando por el suelo.

Jack y los demás se levantaron con muchos rasguños por todo el cuerpo. Aunque heridos, aún estaban en condiciones de luchar. No podían creer lo que acababa de pasar:
- ¡¡Joder, ahora es mucho más rápido que antes!!- se quejó Cristal, frustrada y enfadada- ¡¡Ninguno de nosotros ha logrado siquiera rozarle!!
- ¡¡Tenemos que pensar en algo, y rápido!!- dijo Alana- ¡¡o de lo contrario…!!
- ¡¡Cuidado, ahí viene otra vez!!- exclamó Rex, horrorizado.
Tanto él como el resto de sus compañeros palidecieron al volver la vista hacia el dios oscuro, que se acercaba corriendo a ellos a una velocidad que haría huir a cualquiera de miedo:
- ¡¡PROTEGEOS TODOS CON CORAZA, RÁPIDO!!- gritó Ray.
El chico de negro y los demás consiguieron conjurar a tiempo el hechizo mágico de protección contra ataques físicos, siendo la única acción que hicieron en ese breve y corto período de tiempo. Sin embargo, y creyendo que aquello los ayudaría a frenar el golpe de su enemigo, perdieron el color del rostro cuando Derriper llegó hasta ellos.
Transformó en un instante una de sus extremidades en una garra negra y con ella hundió sus afiladas uñas en el pecho del mago, atravesando y rompiendo en mil pedazos su hechizo mágico. Las uñas, afiladas como cuchillos, desgarraron y mancharon de rojo el traje azul de su compañero:
- ¡¡Jack!!- gritaron todos, preocupados.

El ser oscuro no tardó ni dos segundos en volver a actuar, y cuando el resto de sus amigos corrieron a ayudarlo tiró el cuerpo del hombre rubio contra Cristal, con la que chocó y ambos acabaron rodando por el suelo un poco más lejos.
La velocidad de Derriper era tan abrumadora que bloqueó con un sorprendente y gigantesco escudo mutado los golpes de Ray, Alana y Erika a la vez, por un lado, y una nueva bomba de aire los empujó violentamente a toda velocidad, rompiendo también sin problema los hechizos mágicos de los tres.
Al mismo tiempo, y por otro lado, transformó su otra extremidad en una cadena negra, con la que agarró a Rex de una pata. El can palideció al ver con sus propios ojos cómo el simple contacto con el poder del enemigo rompía fácilmente el hechizo de protección Coraza:
“¡¡Su oscuridad ha aumentando tanto que puede romper prácticamente cualquier protección mágica con sólo tocarla!!”- pensó Rex en su mente, perplejo- “¡¡Ahora ya de nada sirve protegernos con hechizos de sus ataques físicos y mágicos…es inútil!!”
El perro fue tirado sin remedio por la fuerza sobrenatural del ser oscuro, y lanzado a continuación directo hacia Eduardo, que iba a ser el siguiente en atacar. Los dos, chico y perro, resultaron nuevamente heridos por la potencia del golpe, el impacto y la caída al suelo.
Todo esto, usando el escudo y la cadena de ambas extremidades a la vez y al mismo tiempo, ocurrió en apenas cinco segundos, y dejó otra vez caídos a los miembros del equipo. Sin duda Derriper había mejorado terroríficamente en un nuevo, poderoso y temible nivel.

Alana y el resto de sus amigos se levantaron otra vez del suelo, esta vez jadeando del cansancio. Jack sacó de uno de sus bolsillos una ultrapoción y se la bebió, recuperando parte de la herida de su pecho. Sin embargo, todavía seguía muy herido, igual que sus compañeros cansados:
- Es inútil…por más que lo intentemos, no lograremos nada…- dijo Jack, apretando los puños y dientes- tal y como estamos ahora, no somos rival para él…no en estas condiciones…
El chico de negro afirmó entonces lo que había visto Rex segundos antes, relacionado con el enemigo. Sin duda la situación se había vuelto más complicada desde la aparición de Caos Bahamut:
- Derriper ha aumentado su poder oscuro de tal forma que ahora ya puede romper sin problema cualquier protección mágica…- explicó Ray, seriamente- eso nos resta prácticamente cualquier apoyo defensivo, y sólo contamos con nuestras propias defensas…
El joven con gafas miraba a la armadura oscura que los observaba, más lejos de distancia. Resultaba muy raro que el dios oscuro se hubiera parado de repente y dejara de atacar. Parecía estar al acecho como un cazador esperando a su presa:
- ¿Por qué se detiene Derriper?- preguntó Alana, intrigada y sin bajar la guardia- parece que va a atacar en cualquier momento…esto no me gusta nada…

Durante los siguientes segundos de parón repentino del combate sólo se oía la batalla aérea encima de ellos de los dos dragones, que se embestían, arañaban y mordían con todas sus fuerzas. En medio de las bolas de fuego que se disparaban y las llamas que se escupían por la boca podía oírse claramente los rugidos y los gritos de furia de las dos criaturas, batiéndose a muerte en el cielo en llamas. Desde luego, Bahamut también estaba afrontando un duro combate contra el peor enemigo que se había encontrado nunca, igual que ellos:
- Escuchadme…si queremos tener alguna posibilidad contra Derriper, debemos estar a su altura…al menos en velocidad…- explicó Ray, seriamente- tal y como estamos ahora es muy difícil que podamos alcanzarlo…por eso lo mejor en estos momentos es usar el estado alterado Prisa.
Cristal y los demás recordaron en ese instante, pasando fugazmente por su memoria, los recuerdos del combate del chico de rojo contra Magno. Viéndose incapaz de alcanzar con sus ataques al comandante de pelo rojo, el joven empleó una de las habilidades aprendidas anteriormente. Gracias al estado alterado beneficioso Prisa, el chico pudo igualar a su enemigo en velocidad, e incluso superarlo.
Sabían que lo que acababa de decir Ray era la única forma que tenían de igualar al ser oscuro, al menos en velocidad. Si no lo hacían, de lo contrario nunca podrían ganar el combate.
Al ver que todos asintieron firme y decididamente con la cabeza, el chico de negro siguió explicando el plan que tenía en mente.  Debían aprovechar esos valiosos segundos en los que el enemigo no atacaba para organizarse:
- También debemos tener en cuenta que lleva los hechizos Coraza y Escudo en todo momento activados. Por lo tanto debemos rompérselos con las habilidades apropiadas, siempre antes de dañarlo con cualquier otro ataque…- explicaba el joven con gafas- si antes nos preocupaba una sola extremidad mutante, ahora la dificultad aumenta al ser los dos brazos y manos oscuras las que puede transformar…
- ¿Y qué sugieres hacer, entonces?- preguntó Erika.
- Seguir el mismo plan de antes- respondió Ray, seriamente- debemos atacarlo cuando tenga ambas extremidades ocupadas, romperle las dos protecciones y a continuación herirlo con algo realmente fuerte, que le haga mucho daño.
- Pero ya ni siquiera la magia Artema puede acabar con él- recordó Eduardo- ¿Qué otra cosa podemos usar para hacerle mucho daño?
- No…no lo sé…- dijo el chico de negro, pensativo- todavía estoy pensando en ello…

En ese momento Cristal avisó al resto de sus amigos, alarmada al girar la cabeza y descubrir aterrada que el líder de la organización Muerte había dejado de permanecer completamente parado:
- ¡¡Chicos, cuidado!!- gritó la princesa con coletas- ¡¡Derriper se mueve de nuevo!!
Jack y los demás volvieron la vista al enemigo, y palidecieron al ver que el tiempo de descanso había terminado. Observaron perplejos cómo el dios oscuro, aún parado en su sitio y sin moverse, transformó ambas manos conjuntas en un solo y enorme cañón negro, el cual apuntó directo hacia ellos. El grupo entero perdió el color del rostro, al ver el gran tamaño del arma de fuego que iba a dispararles:
- ¡¡Va a disparar!!- gritó Ray, pálido- ¡¡Usad Prisa, rápido!!
Tanto él como los demás conjuraron rápidamente la habilidad acordada, apenas unos breves y cortos segundos antes de que enemigo disparara su ataque contra ellos, que lograron esquivar por los pelos. La energía oscura que lanzó Derriper por el cañón negro de sus extremidades conjuntas alcanzó uno de los edificios amarillos del colegio, provocando una enorme y gran explosión que destrozó la estructura en mil pedazos.
La onda expansiva que vino a continuación hizo temblar brevemente el suelo, apenas unos segundos antes de que se formara una inmensa humareda.

La batalla tomó de nuevo un inesperado giro radical, cuando de repente Cristal se encontró cara a cara con el ser oscuro, nada más darse la vuelta tras la explosión. Al llevar ahora la habilidad Prisa activada, la princesa con coletas pudo bloquear por arriba una enorme hacha negra, directa a su cabeza. Palideció a continuación al ver la otra extremidad libre de Derriper convertida en una motosierra negra, que iba a cortarle por debajo las piernas. Su increíble agilidad y capacidad de reacción le permitieron dar un gran salto y esquivar rozando la motosierra.
Sin embargo, cuando estuvo en el aire unas valiosas milésimas de segundo a su merced, el hacha negra se transformó en un látigo negro, que la agarró de un tobillo y la estampó brutalmente contra el suelo, girando el dios oscuro ciento ochenta grados.
La acción no terminaba ahí cuando, en ese instante, Erika y Ray aparecieron de la nada por un lado e intentaron atacar al enemigo. Derriper transformó el látigo en un gran escudo negro que bloqueó y paró en seco los golpes de ambos.
Sorprendentemente en ese mismo momento aparecieron de igual forma Eduardo y Alana por el otro lado, con sus respectivas armas en mano y con idéntica intención que los dos primeros.
Tal y como esperaban, el enemigo transformó rápidamente su otra extremidad libre en otro gran escudo igual que el primero, bloqueando sin problema los martillos de la piloto y la llave espada.

Ahora que Derriper tenía ambas extremidades ocupadas para defenderse, no podía atacar ni realizar otra acción con ellas. Aquella era la ocasión perfecta para llevar a cabo su plan:
- ¡¡Rex, ahora!!- gritó Ray.
El perro se lanzó en ese momento de frente a atacar al dios oscuro, con el que empleó sin dudarlo la habilidad apropiada. Con las garras y las fauces abiertas, exclamó diciendo:
- ¡¡Rompe Coraza!!
El can acertó de lleno con su ataque, que hirió físicamente a Derriper destruyendo su protección correspondiente. A continuación, y casi a la par que su compañero, atacó también Jack. Situándose detrás del enemigo, el mago exclamó diciendo, usando la otra habilidad que rompía la protección mágica:
- ¡¡Rompe Escudo!!
Su bastón mágico alcanzó también al líder de la organización Muerte, destruyendo su defensa a los ataques mágicos.

Ahora que Derriper ya no contaba con ninguna protección física ni mágica, y teniendo sus dos extremidades ocupadas para defenderse, era completamente vulnerable a un nuevo ataque. Una vez que todos habían unido fuerzas para un objetivo común, y destruidas sus defensas, sólo faltaba que alguien atacara al enemigo:
- ¡¡Es mi turno!!- exclamó Cristal, de nuevo en pie y decidida- ¡¡A ver qué haces ahora, Derriper!!
La princesa con coletas no conocía poderosos ataques mágicos como Jack o Erika, ni tampoco habilidosas técnicas de esgrima como Ray o Eduardo, así que decidió improvisar cualquier cosa sobre la marcha. Sabía de sobra que, fuera lo que fuera, haría aunque sea un mínimo de daño al líder de la organización Muerte.
Enlazó la magia Piro a su estrella ninja, y con ella trató de herir al enemigo:
- ¡¡Estrella Piro!!- gritó la chica, valientemente y con su arma ardiendo en llamas.

Con aquel ataque, ella y sus compañeros tenían claro que harían daño, aunque no fuera en gran medida, al enemigo. Sin embargo, lo que vieron a continuación los dejó totalmente pálidos y perplejos, y perdieron el color del rostro al ver con sus propios ojos lo que hasta ese momento les parecía impensable.

La estrella ninja atravesó a Derriper, pero éste no se desvaneció al entrar en contacto con el arma, sino que la armadura entera se convirtió en agua negra, con el poder de la oscuridad. El ser oscuro acababa de transformarse en un solo instante en agua, y un charco negro cayó y se formó en el suelo, a sus pies:
“¡¡No…no puede ser…!!”- exclamó Jack en su mente, atónito e incrédulo ante lo que acababa de ver- “¿¡Ahora Derriper…es capaz de cambiar su estado a líquido!?”

La nueva y escalofriante habilidad del enemigo pilló a todos por sorpresa, nadie la esperaba en absoluto. Sólo cuando vieron que el agua negra en el suelo comenzó a moverse, se dieron cuenta de que no debían bajar la guardia:
- ¡¡Cuidado!!- exclamó Rex- ¡¡A pesar de ser agua, sigue siendo Derriper!!
El dios oscuro, ahora materializado en estado líquido, atacó y pilló desprevenidos a sus oponentes, aún sorprendidos por lo ocurrido. El charco negro del suelo se dividió en siete poderosos hidrocañones, que atacaron repentinamente por separado a cada uno de los miembros del grupo y los enviaron volando por los aires, hasta caer un poco más lejos y heridos.

Alana y los demás se levantaron de nuevo del suelo, mientras veían cómo la gran armadura volvía a transformarse en estado sólido. Sin embargo, su cuerpo se encontraba en los dos estados: de cintura para arriba en sólido y de cintura para abajo en líquido. Sus piernas se habían convertido ahora en dos columnas de agua que surgían del charco negro del suelo:
- ¡Genial, ahora nos enfrentamos a un enemigo que puede cambiar a dos estados diferentes!- dijo Cristal, enfadada- ¿¡Qué será lo siguiente!? ¿¡El estado gaseoso!?
- No me extrañaría…- respondió Ray, seriamente- al paso que va Derriper, es cuestión de minutos que recupere todo su poder como dios.
Observaron perplejos cómo el líder de la organización Muerte volvía a conjurarse a sí mismo otra vez los hechizos de protección Coraza y Escudo, adquiriendo mayor defensa. Desde luego la situación se complicaba, y por supuesto la suerte no estaba a su favor:
- Al menos en su estado sólido teníamos alguna posibilidad de herirlo…- comentó Alana- pero ahora… ¿cómo vamos a luchar contra algo líquido? ¡Nuestros ataques físicos lo atraviesan, es como si atacáramos a una cascada!

El chico de negro comprendió que, estando en aquella difícil situación, necesitaban ayuda. En condiciones normales jamás podrían vencer a Derriper, al menos no en ese nuevo nivel, y mucho menos en los siguientes a los que todavía le faltaban por llegar:
- No nos queda más remedio…tenemos que pedir ayuda a los guardianes de la fuerza- dijo Ray, seriamente- debíamos haberlos llamado desde el principio, cuando el enemigo era más débil…qué idiota he sido al pensar que podíamos conseguirlo sin ellos…
Las palabras de su compañero eran tan ciertas que les pesaban a todos enormemente en su conciencia. Si hubieran llamado antes a las invocaciones, quizás ahora ya habrían eliminado al líder de la organización Muerte y salvado al mundo.
Sin embargo, ya era demasiado tarde, pero aún así no debían rendirse. El futuro del mundo, el destino del planeta, estaba en juego, y por supuesto el combate aún no había terminado:
- ¡¡Adelante, Erika y Eduardo!!- exclamó Jack, mirándolos- ¡¡Llamad al poder de los G.F.!!

Los dos jóvenes asintieron firme y decididamente con la cabeza. Empuñaron con fuerza la llave espada y la vara mágica, y con ellas apuntando hacia el cielo hicieron brillar las esferas de invocación que llevaban de colgante Jack, Cristal, Rex y Erika. Todos sabían que las criaturas de invocación sólo acudían al encuentro de sus portadores cuando éstos se encontraban en peligro de muerte, y que ni siquiera los elegidos de las armas sagradas podían invocarlos cuando quisieran. Sólo había una ocasión, un momento en que sí aparecían a su llamada: el momento en que debían acabar con el monstruo Ludmort, estando delante de él.
Aunque no podían invocar a las criaturas en presencia, sí que podían invocarlas en espíritu. Tras el movimiento con las armas de los dos jóvenes, las esferas les prestaron a sus portadores y compañeros la magia elemental de cada criatura concreta, por parejas. Así, Jack comenzó a desprender chispas eléctricas de Quetzal por todo su cuerpo, Cristal y Ray aire gélido de Shiva, Rex y Alana pequeñas llamas de fuego de Ifrit, y Eduardo y Erika diminutas estrellas plateadas brillantes de Bahamut.
Con los poderes de las invocaciones ahora acompañándolos, el grupo entero había mejorado todas sus características, y acababan de hacerse más fuertes. Todos sentían la magia, el poder y la fuerza de la criatura a la que estaban enlazada:
- ¡¡Adelante!!- exclamó Cristal, firme y decidida, igual que sus compañeros en guardia y con las armas en las manos- ¡¡A por él!!

Ella y el resto de sus amigos corrieron a atacar a Derriper, empuñando cada uno su arma y corriendo a gran velocidad. El ser oscuro se convirtió por completo en líquido y aumentó su masa en ese momento, de tal forma que el pequeño charco de antes se transformó en un enorme torrente de agua negra, como para llenar varias grandes piscinas.
La princesa y los demás se detuvieron cuando la masa líquida comenzó a expandirse a ambos lados, ocupando la mayor parte del enorme patio del colegio. Al mirar hacia arriba observaron que una alta columna de agua negra cobraba forma de un reptil, y cuyo extremo adquiría la cabeza de una serpiente negra:
- ¡¡Cuidado!!- gritó Rex- ¡¡Apartaos!!
Sus compañeros obedecieron a la orden cuando la cabeza de la serpiente líquida abrió sus fauces y boca acuática y se lanzó directo hacia ellos. Lograron esquivarla sin ningún problema, tras impactar y explotar la cabeza con el suelo, produciendo una breve fuente de agua negra.
Sin embargo, esto ocasionó algo terriblemente peor: que a la hora de esquivar el ataque todos acabaron separados. A partir de entonces, y estando cada uno en solitario, se libró una nueva batalla contra el enemigo en sus dos estados físicos.
Rodeados por una enorme y extensa masa de agua, todos los miembros del equipo comenzaron a disputar su propio combate contra Derriper. El dios oscuro hacía uso de toda su masa para atacar de las dos formas, con agua o un arma sólida, mutando y transformándose en breves instantes con increíble rapidez.
Alana y los demás, a pesar de contar con los poderes de los G.F, lo tenían bastante difícil. Además de vigilar los ataques variados del enemigo trescientos sesenta grados a su alrededor, también tenían que intentar herirlo cuando aparecía en su forma sólida.
Sin embargo, Derriper mutaba y se transformaba tan rápido en agua que era prácticamente imposible alcanzarlo. No daban ni una. Por si fuera poco también tenían que usar las habilidades Rompe Coraza y Rompe Escudo para destruir sus defensas, de manera continua y siempre antes de realizar cualquier otro ataque.
Pero por desgracia, de las pocas veces que acertaban con las habilidades, nunca alcanzaban al enemigo con la siguiente acción, o éste volvía a conjurar los hechizos de protección a los pocos segundos de perderla. Estaban en una situación extremadamente complicada y de difícil desventaja, ya que tenían que repetir siempre las mismas acciones, en vano:
“¡¡Maldita sea…es inútil!!”- pensó Jack en su mente, mientras esquivaba y contraatacaba los continuos movimientos del enemigo- “¡¡Por mucho que conseguimos romper sus defensas con las habilidades en muy pocas ocasiones, nunca nos da tiempo a atacarlo de nuevo…siempre vuelve a conjurar los hechizos de protección!!”- exclamó el mago dentro de su cabeza- “¡¡Al tener Derriper magia infinita e ilimitada, podemos seguir así eternamente hasta que nos cansemos!!”

Las palabras internas del hombre rubio muy pronto se hicieron desgraciadamente realidad. Pasados unos minutos de intensa y frenética lucha, Eduardo y los demás llegaron a su límite. Habían empleado mucha energía en esquivar y bloquear ágilmente los ataques del enemigo, pero más aún al utilizar las habilidades e intentar atacar de nuevo.
Los primeros síntomas del cansancio y de la fatiga les pasaron factura a todos los integrantes del equipo, que no pudieron esquivar la siguiente ofensiva del dios oscuro y cayeron a su merced. Así, uno detrás de otro, todos recibieron un brutal y poderoso golpe sólido o líquido, que los envió fuera de la zona de agua negra y los dejó tirados en el suelo, heridos, un poco más lejos:
- ¡¡Chicos, no!!- gritó Erika, preocupada.
La joven fue la última en recibir un potente hidrocañón de agua negra, que la hizo volar por los aires hasta acabar un poco más lejos, fuera de la zona de agua.

La elegida abrió de nuevo los ojos poco a poco, con esfuerzo. Se le nubló un poco la vista mientras abría los párpados, pero la recuperó otra vez al abrir bien los ojos.
Derriper había dejado de atacar y se acercaba lentamente hacia ellos con pasos pesados, estando otra vez la mayor parte de su cuerpo en estado sólido. La gran armadura oscura sólo tenía sus dos brazos y manos en estado líquido, formando extremidades negras acuáticas que goteaban el suelo a su paso.
Erika giró la cabeza a ambos lados desde su posición, aún tirada en el suelo. El resto de sus amigos estaban heridos igual que ella, inconscientes y sin moverse, con la diferencia de que la joven era la única con los ojos abiertos. A simple vista parecía que estaban muertos, pero los efectos de las correspondientes invocaciones todavía alrededor de sus cuerpos demostraban lo contrario:
- Chicos, no…- murmuró la elegida, en voz baja y sin apenas fuerzas.
Un chillido desgarrador la sorprendió en ese momento, y alzó la mirada con esfuerzo hacia arriba. Palideció y perdió el color del rostro cuando vio caer en picado al dragón plateado desde el cielo en llamas, sobre uno de los edificios del colegio, cuyo potente impacto destrozó el tejado y la estructura del mismo.

Antes de que la criatura alada pudiera levantarse, el otro dragón negro lo embistió en picado desde el aire, y con su peso hundió sus afiladas garras en el cuerpo del rival, que chilló de dolor como sólo los dragones sabían hacer.
La invocación de Erika chilló aún más de dolor cuando Caos Bahamut presionó y hundió las garras de la otra pata que tenía libre en el cuello de su oponente, apoyando el peso de todo su cuerpo encima de él e inmovilizándolo, incapaz de moverse:
- Ba…ha…mut…- dijo la chica, triste y apenada.
Erika observaba horrorizada cómo su invocación sufría intensamente de dolor, como nunca antes lo había oído chillar. El dragón plateado estaba débil y herido, con numerosos rasguños y sangrientas heridas por todo su cuerpo. Su rival Caos Bahamut, a pesar de tener también algunos rasguños del combate, no parecía estar en absoluto cansado o agotado.
Al principio no se veía que alguno de los dos pudiera superar al otro, pero ahora sí que se notaba una gran diferencia entre ambas criaturas.
Sin duda el dragón negro superaba al plateado en fuerza, y Bahamut se estaba esforzando para igualarlo, aún a pesar de todo el dolor que sentía. Sus terribles y sangrientas heridas demostraban que los duelos de dragones eran increíblemente feroces y salvajes:
- Bahamut…no…

La chica volvió la vista al frente, donde su mayor enemigo seguía acercándose lentamente hacia ellos. De sus brazos y manos acuáticas salió más agua negra, que cayó al suelo y comenzó a adelantarse, expandiéndose a sus pies en dirección al grupo. Erika trató de levantarse una vez apoyando sus brazos y manos en el suelo, temblando, pero sus extremidades flaquearon y volvió a caer. Respiraba entrecortadamente y con dificultad:
“Es inútil, Derriper es demasiado fuerte…no podemos derrotar a esta segunda forma…”- pensó la joven en su mente, sin apartar la mirada del enemigo- “Si a estas alturas no hay manera de hacerle frente, mucho menos tenemos alguna posibilidad con el resto de formas…se hace más fuerte a cada minuto que pasa…”
La marea de agua negra se alzó por encima de los tres metros de altura, formando una gran ola gigante, que estaba a punto de caerles encima y cuya cresta iba a reventar en su posición:
“Cristal lleva en su mochila todos los objetos curativos que tenemos…pero ella y todos los demás están inconscientes…y yo apenas puedo moverme…”- seguía diciendo la elegida, en su cabeza- “En esta situación, y tal y como están las cosas…sólo un milagro puede salvarnos…”

En el momento en que la ola negra gigante se lanzó a arroyarlos, Erika cerró los ojos y pensó diciendo:
“Este es el fin”.

Sin embargo, en ese instante ocurrió algo milagrosamente inesperado, y que salvó a Jack y los demás de una muerte segura.

Cuatro chispas surgieron de repente de los efectos de protección de los miembros del grupo aún inconscientes, tres de ellas elementales y la última no. Unas poderosas llamas de fuego, un aire gélido, unas descargas eléctricas relampagueantes y un escudo invisible de diminutas estrellas plateadas brillantes se interpusieron entre ellos y la inmensa ola negra gigante, que actuó de protección en el último momento y provocó una tremenda explosión de agua, que alcanzó muchos metros de altura.

Sin mostrar expresión alguna de asombro o perplejidad, y manteniendo la seriedad bajo el casco de la armadura oscura, Derriper retrocedió y volvió a cobrar su forma sólida, con dos brazos y piernas. Sus extremidades superiores seguían convertidas en agua negra, que goteaban y salpicaban el suelo bajo sus pies.
El dios oscuro observó, parado y en silencio, a las tres nuevas criaturas que habían aparecido en combate, y las responsables de proteger al equipo entero de su ataque. Allí, delante de Eduardo y los demás, habían tres nuevos seres cubriéndolos: una especie de pájaro enorme envuelto en chispas eléctricas, que batía sus alas en el aire; una mujer de color de piel frío, que emanaba aire gélido de su cuerpo; y un demonio de poderosas garras cuyas extremidades ardían en llamas, que gruñía mostrando sus colmillos al enemigo.

En ese momento Alana y el resto de sus amigos abrieron poco a poco los ojos, recobrando la conciencia al sentir un nuevo apoyo de magia y fuerza recorriendo su cuerpo. Cuando alzaron la vista y vislumbraron lo que tenían frente a ellos, tanto ella como los demás se quedaron perplejos y boquiabiertos de la sorpresa:
- ¿¡Quet…Quetzal!? ¿¡Shiva!?- preguntó la pelirroja, asombrada- ¿¡Ifrit!?
Todos se levantaron del suelo, con algo más de fuerzas debido a la aparición de las invocaciones. Los efectos y la magia que compartían con los guardianes de la fuerza ahora eran mayores que antes, ya que estaban presentes junto a ellos en el combate. Sobraba conocer la razón por la que sus aliados habían aparecido allí justo en ese momento:
- ¡¡Los G.F. nos han salvado la vida…!!- exclamó Rex, todavía sin creer que estuvieran delante de ellos- ¡¡…una vez más!!

Erika se acordó en ese momento del dragón plateado, y volvió la vista a su posición. Allí, todavía herido y a merced del dragón negro, su invocación seguía sufriendo y chillando de dolor. No soportaba verlo así:
- ¡¡Bahamut!!- gritó la chica, preocupada.
Sin embargo, no dio más de tres pasos a punto de echar a correr cuando Jack la agarró del brazo y la detuvo en seco:
- ¡¡Erika, no!!
- ¡¡Suéltame, Bahamut está en peligro!!- exclamó ella, mirándolo a los ojos- ¡¡Tengo que ayudarlo, o morirá!!
- ¡¡Ni hablar, si interfieres ahora tú sí que lo harás!!- replicó el mago, seriamente y sin vacilar- ¿¡Es que no lo ves!? ¡¡Ellos son G.F. y tú una humana…a su lado, podrían matarte de un solo ataque!!
La joven recordó las palabras de su amigo y de lo que había visto a lo largo del combate entre los dos dragones. Las criaturas aladas se habían batido en un encarnizado y feroz duelo a muerte, en el que ambas usaban toda su fuerza y magia hasta alcanzar sus límites, y del cual por lo menos Bahamut estaba cansado y agotado.
Erika sabía de sobra que un simple humano jamás podría igualar su poder al de un guardián de la fuerza, por mucho que se entrenara, y de que si ni siquiera el dragón plateado era rival para Caos Bahamut, ella mucho menos tendría alguna remota posibilidad de vencerlo.
Pero aún así, y sabiendo que en comparación de fuerzas la chica se trataba de una hormiga al lado de ellos, no podía soportar ver aquello. Sentía la necesidad de ir a cuidar y proteger a la criatura que le había salvado la vida en varias ocasiones.
Al final comprendió que Jack tenía razón, y de que ella no podía hacer nada en medio de aquellos dos titanes. Cuando el hombre rubio vio que se había calmado la soltó del brazo, y Erika sacudió la cabeza firme y decidida. Sabía que aquella lucha era de Bahamut, y sólo él podía ganarla.

Las tres invocaciones gruñían y miraban con odio y rabia al enemigo, quien no parecía en absoluto sorprendido ni mucho menos preocupado.
Igual que los G.F, Jack y los demás también estaban de nuevo en guardia y con las armas en las manos, dispuestos a seguir luchando. Con la ayuda y la fuerza compartida de sus poderosos aliados, ahora sentían que de verdad podían ganar el combate:
- ¡¡Muy bien!!- exclamó Cristal, seriamente- ¡¡Ahora que ya estamos todos…a por él!!

Con un grito de guerra y furia, los siete miembros del grupo y las tres invocaciones corrieron a la vez, directos hacia el enemigo. Derriper no dudó en transformarse por completo en estado líquido y, expandiéndose de nuevo igual que antes, formó una increíble ola negra gigante que arremetió contra todos ellos. Las tres criaturas legendarias se detuvieron en seco y formaron rápidamente un enorme escudo que los protegió a todos, desviando la explosión de agua negra.
A continuación Queztal, Shiva e Ifrit dispararon cada uno por separado sus respectivos ataques elementales, que dispararon la marea oscura e hicieron explotar la masa acuática a su alrededor, formando grandes charcos negros en el campo de batalla.
La mujer de hielo no perdió tiempo y enseguida usó su poder elemental para comenzar a congelar toda la masa líquida que había alrededor, disparando de sus brazos y manos estiradas aire helado. Ray y los demás se sorprendieron mucho al ver que la magia de la guardiana de la fuerza sí afectaba al enemigo, y la razón se hallaba al observar que saltaban miles de trozos rotos con sólo alcanzarle el aire gélido:
- ¡¡Mirad, es increíble!!- exclamó Rex, asombrado- ¡¡Los G.F. destrozan las defensas de Derriper con sólo tocarlas…pueden destruir fácilmente los hechizos de protección Coraza y Escudo!!
- ¡¡Su magia es tan poderosa que puede romper cualquier protección, igual que él!!- afirmó Jack, atónito- ¡¡Ahora tanto ellos como Derriper están igualados…la fuerza de los G.F. está a la altura del dios oscuro en su segunda forma!!

Los miembros del grupo siguieron observando cómo el hielo de Shiva congelaba la masa negra líquida de la que estaba formado el líder de la organización Muerte. Justo cuando faltaba una pequeña y última parte, la gran armadura oscura cobró otra vez su estado sólido y formó su cuerpo normal con la poca agua que le quedaba.
Derriper retrocedió de un salto para alejarse del aire gélido, pero notó dos nuevas presencias a su espalda, las cuales lo sorprendieron de repente y se trataban de Jack y Ray. Al ser ahora todos más fuertes y rápidos con las invocaciones presentes, el ser oscuro bloqueó por los pelos, de un giro rápido de ciento ochenta grados y con uno de sus brazos convertido en una larga guadaña negra, las armas de ambos.
Todavía con sus altas capacidades, transformó la guadaña en una pegajosa masa negra viscosa parecida a un chicle, con la que atrapó los brazos del mago rubio y del chico de negro, y los lanzó en la misma vuelta rodando por el suelo, al completar el giro de trescientos sesenta grados. Y todo lo hizo en un solo instante.

La acción no terminó ahí cuando esta vez volvió a pillarlo por sorpresa Ifrit, que se lanzó directo a él por un lado y a una aterradora velocidad, similar a la del cazador a punto de saltar sobre su presa.
El dios oscuro, viendo que no le daría tiempo a esquivarlo, formó una pequeña pero resistente coraza contra los ataques físicos, empleando la extremidad libre que tenía sin transformar. Sin embargo, y muy a su pesar, el demonio en llamas lo embistió de tal manera que destrozó su protección sin esfuerzo, y con tanta fuerza que lo lanzó rodando por el suelo un kilómetro más lejos, atravesando los escombros derruidos de uno de los edificios del colegio.

Cuando volvía a levantarse de nuevo, Derriper alzó la mirada arriba, justo para ver cómo Eduardo iba a asestarle un poderoso mandoble con su llave espada, siendo el triple de grande y brillando en color dorado.
La gran armadura esquivó sin problema el ataque del chico de rojo apartándose a un lado, que destrozó y agrietó el suelo, levantando polvo de tierra. Sin embargo, lo que no esperaba era otro ataque sorpresa por parte de las chicas del grupo, cuyas tres presencias lo sorprendieron de nuevo, a su alrededor y en círculo.

Cristal y Erika trataron de herirlo atacando por la derecha e izquierda del enemigo: la joven disparó una gran bola de fuego conjurada por el hechizo Piro++ y la princesa arrojó su estrella ninja envuelta en chispas eléctricas contra él, con la magia Electro++. Derriper bloqueó rápidamente ambos ataques empleando sus dos brazos y manos abiertas entrecruzadas; la derecha protegiendo su lado izquierdo y viceversa, una de las cuales conjuró el hechizo mágico de protección Escudo mientras que la otra hizo lo mismo con el hechizo Coraza.
De repente las cadenas del arma de Alana enlazadas a la magia Hielo++ lo rodearon por detrás, que lo retuvieron quieto al mismo tiempo que le congelaban el torso y el tronco. En ese instante en que la pelirroja lo sujetaba con sus dos martillos en ambas manos, Cristal volvió a reaccionar lanzando dos shuriken al enemigo directo a su cabeza, que la atravesaron como si nada al transformarse ésta de nuevo en estado líquido.
Sin embargo, Derriper enseguida se dio cuenta de que ése no era su verdadero objetivo cuando sintió unas finas y duras cuerdas casi invisibles rodeando su torso congelado, junto a las cadenas: los shuriken sólo eran un señuelo para atraparlo aún más.

Con la gran armadura maniatada y sin poder moverse, Cristal y Alana aunaron fuerzas y juntas lograron levantar por los aires al enemigo para estrellarlo brutalmente contra el suelo.
Erika remató la jugada femenina dando un gran salto y, estando en el aire con la vara mágica triplicada en longitud y resplandeciendo con un brillo plateado, disparó el hechizo mágico Triple Aero++ contra Derriper. Las tres poderosas ráfagas de aire alcanzaron al líder de la organización Muerte y provocaron una enorme grieta en el suelo, levantando tierra y polvo a su alrededor.

Justo en ese mismo momento, cuando Cristal soltó las cuerdas invisibles y Alana recuperó las largas cadenas de su arma, Quetzal apareció en el cielo encima de la armadura, y con su tremendo poder invocó un poderoso trueno que acertó en el objetivo y causó una gigantesca explosión eléctrica.

Mientras tanto, la pelea de los dos dragones continuaba, y Bahamut logró sobreponerse al opresor que lo estaba torturando, cuando batió con su cola la cara del dragón negro y le propinó un golpe en el ojo. Esto desestabilizó a Caos Bahamut y lo hizo descuidarse por un momento, instante que el dragón plateado aprovechó para aumentar su fuerza y quitarse al rival de encima.
Antes de que el otro monstruo alado pudiera reaccionar, la invocación de Erika lo embistió con un placaje que lo hizo retroceder varios metros, y a continuación disparó de su boca abierta una gran bola de fuego, que impactó con el rival y provocó una enorme explosión.
El dragón plateado chilló de furia, extendió sus alas y alzó el vuelo hacia arriba, donde se detuvo en el aire esperando a su oponente. Caos Bahamut tampoco se quedó atrás y, tras chillar de la misma forma, hizo igual que el rival y se lanzó volando al cielo, directo hacia él.
Allí arriba, en medio del fragor del fuego de la batalla y del cielo en llamas, las dos criaturas aladas volvían a batirse de nuevo en un duelo a muerte, donde se disparaban fuego por la boca, se embestían, arañaban, mordían y golpeaban con todas sus fuerzas. El impacto de las colisiones de los ataques provocaba fuertes ondas de choque que resonaban y hacían temblar el aire, y las explosiones de sus ataques desprendían un tremendo poder que jamás ningún humano corriente podría alcanzar.

Después de varios minutos de intensa lucha, las dos bestias aladas parecían estar otra vez igualadas en fuerza, ya que ambos dragones se hacían mucho daño y sus heridas eran cada vez más letales y sangrientas.
Sin embargo, debido a un milagroso esfuerzo y súbito aumento de la fuerza, el dragón plateado de Erika llevaba una ligera ventaja respecto a Caos Bahamut, que le permitía ser más rápido, darle más golpes y hacerle más daño.
De algún modo el dragón negro formaba parte de Derriper, y al estar éste sufriendo daños por su lado, el poder de Caos Bahamut bajaba conforme el dios oscuro sufría y recibía golpes de los miembros del grupo y de las tres invocaciones. Esto le permitía al dragón plateado una cierta ventaja que no dudó en aprovechar, y que sin duda hacía mucho daño a su rival.

Mientras los dos dragones seguían batiéndose en un duelo a muerte en el cielo en llamas, la situación iba cada vez a peor para el líder de la organización Muerte, que por más que lo intentaba no lograba hacer frente a los diez enemigos sumados en total que lo asediaban sin parar.
Los elegidos y sus guardianes se habían vuelto notablemente más fuertes con la presencia de las invocaciones, y aunque conseguía herirlos con el poder de la oscuridad, la mayor parte de sus ofensivas eran bloqueadas o esquivadas. El contraataque de Jack y los demás ahora suponía un duro reto muy difícil para el ser oscuro, que a pesar de todo seguía misteriosamente tranquilo y paciente, como si lo tuviera todo bajo control.
Pero sin embargo, el mayor daño lo recibía de Quetzal, Shiva e Ifrit, cuyos poderes elementales lo dejaban cada vez más herido y debilitado. Se trataba de los peores enemigos que podía tener, ya que no sólo destruían sus hechizos de protección sin esfuerzo, sino que también lo igualaban en poder. La fuerza combinada de los tres guardianes de la fuerza era demasiada para el dios oscuro, que le resultaba muy complicado defenderse de tres criaturas elementales que lo asediaban a la vez.
Los poderes combinados de Ifrit, Shiva y Quetzal, sumados a los continuos ataques de Eduardo y los demás sin parar, ponían contra las cuerdas a Derriper, en una difícil situación que no recordaba desde el combate contra Mirto, Alejandro y la primera elegida de la vara mágica, quince años atrás.

Después de varios minutos de intensa paliza de diez contra uno, en los que ni siquiera los cambios de estado de sólido a líquido y viceversa servían de defensa debido al poder de las invocaciones, Derriper acabó sufriendo lo que todos esperaban, igual que Caos Bahamut.
Tanto el ser oscuro como el dragón negro recibieron un nuevo y duro golpe de sus respectivos rivales, que los enviaron bastante más lejos por los aires y ambos cayeron en picado al suelo, muy gravemente heridos.
A continuación y rápidamente todos los miembros del grupo, incluidas las invocaciones, se prepararon para lanzar un último y definitivo ataque: el que acabaría con el enemigo de una vez por todas.
Salvo los guardianes de la fuerza, que cargaron cada uno y por separado su más poderosa técnica, el resto de miembros del grupo empezaron a acumular energía con un ataque mágico diferente, todos apuntando hacia el líder de la organización Muerte con sus armas:
- ¡¡Es la hora…de terminar con esto!!- exclamó Jack, firme, decidido y valientemente con sus palabras.
Todos los presentes tardaron unos segundos en cargar la magia necesaria para lanzar su ataque, en los que ni siquiera Derriper o Caos Bahamut se movían del suelo, como si ya estuvieran muertos. Aquello no era posible puesto que los demás sentían claramente el aura mágica del dios oscuro y del dragón negro aún resonando, y que ambos no reaccionaban a pesar de la inminente ofensiva que los acechaba.
Parecía como si los dos esperasen a recibir la oleada de ataques mágicos del grupo, por alguna razón, y eso era algo que le daba muy mala espina a Eduardo. Tenía un mal presentimiento.

Cuando todos hubieron acumulado la energía suficiente y preparado el ataque definitivo, el hombre rubio vestido de azul gritó finalmente al resto de sus compañeros:
- ¡¡Atacad todos…AHORA!!
En ese momento las tres invocaciones dispararon cada una por separado sus técnicas definitivas: Quetzal, tormenta eléctrica; Shiva, polvo de diamantes; e Ifrit, llamas del infierno. Junto a ellos se unieron el resto de miembros del grupo, cada uno con un ataque mágico diferente: Jack, Fulgor++; Alana, Aero++; Rex, Aqua++; Cristal, Hielo++; Eduardo, Piro++; Ray, Electro++; y Erika, Artema.
La combinación de todos estos poderosos ataques mágicos al mismo tiempo, sumados al Megafulgor de Bahamut, alcanzaron a los objetivos y provocaron una gigantesca y apocalíptica explosión catastrófica de mayor potencia que una bomba nuclear sin precedentes, que terminó de destruir todos los edificios del colegio y sumir en ruinas todo lo que hubiera en muchos kilómetros a la redonda.
Nunca antes ni Jack ni los demás habían visto nada semejante en toda su vida.


Tras la terrible explosión se formó una densa humareda negra, que cubrió por completo y sumió a toda la ciudad onírica de Eleanor, ahora totalmente destruida.
Eduardo y el resto de sus amigos no sufrieron ningún daño debido a que contaban con la protección de los guardianes de la fuerza, y las invocaciones también resultaron ilesas del ataque. Todo lo que antes era la ciudad ilusoria de Eleanor se había convertido ahora en un infinito y desierto páramo en ruinas: no quedaba nada en pie salvo las irreconocibles montañas de escombros a su alrededor.

Envueltos y sumidos los siete miembros del grupo y las cuatro invocaciones en el humo negro, Erika alzó la voz y preguntó a los demás:
- ¿¡Chicos, estáis todos bien!?
- ¡¡Sí, estamos bien!!- respondió Rex, rodeado igual que Alana por las llamas del fuego de Ifrit.
- ¡¡Los G.F. nos protegen!!- afirmó Cristal, desprendiendo aire gélido de Shiva igual que Ray- ¡¡Con ellos a nuestro lado no tenemos nada que temer!!
La joven sonrió aliviada, al comprobar que todos sus compañeros se encontraban bien, pero tanto ella como el resto del grupo no bajaron la guardia cuando el perro formuló una importante pregunta:
- ¿¡Creéis que Derriper…sigue vivo!?
Los rostros sombríos de Ray y de Jack afirmaron la mala noticia, cuando el chico de negro respondió seriamente diciendo:
- Sí…aún siento su terrible y oscura aura mágica…mucho me temo que ni siquiera la gran explosión ha podido acabar con él…- a lo que luego añadió, temblando y apretando los puños con fuerza- esto aún no ha terminado…
- ¿¡Qué!? ¡¡Pero si atacamos todos a la vez, y encima con la ayuda de los G.F.!!- exclamó la pelirroja, atónita- ¡¡Ningún ser vivo puede sobrevivir a una explosión de esta potencia sin la protección de un guardián de la fuerza!!
En ese entonces intervino Jack, que con el semblante oscuro pronunció serio las siguientes palabras:
- Tú lo has dicho, Alana…nadie puede sobrevivir a esta explosión sin la protección de un G.F…salvo un dios.
Aquella terrorífica afirmación hizo que les recorriera un siniestro escalofrío a todos los presentes, quienes palidecieron y enmudecieron de terror al imaginar lo que es significaba:
- ¿¡Quieres decir que…!?- preguntó Cristal, como si hubiera visto un fantasma- ¿¡…Derriper ya ha recuperado todo su poder como dios!?

En ese momento la siniestra voz profunda del ser oscuro comenzó a hablar de nuevo, resonando desde todos los lados y ángulos inimaginables en medio del humo negro que los rodeaba:
- Estúpidos necios e insolentes humanos, cuyo atrevimiento y osadía sobrepasan los límites de la naturaleza… ¿De verdad creéis poder derrotarme? ¿Realmente pensáis que sois capaces de cambiar el futuro? ¿De detener lo imposible?

Tras la última pregunta la tierra bajo sus pies empezó a temblar, sorprendiendo a Erika y a los demás que, sin dejar de empuñar las armas en sus manos y de mirar en todas direcciones buscando al enemigo, no bajaron ni un instante la guardia:
- ¿¡Qué…qué está pasando!?- exclamó Rex, atónito y perplejo- ¡¡El suelo, la tierra…está temblando!!
Eduardo se dio cuenta, pálido y con la boca abierta, de que no sólo el colegio estaba sufriendo un terremoto, sino también la ciudad entera de Eleanor, en ruinas. Era tal el nuevo poder del séptimo que incluso era capaz de mover cielo, tierra y mar a su favor, y ponerlo en contra del grupo. Se trataba de un nuevo y temible poder a la altura de la mismísima fuerza de la naturaleza.

Cuando Jack y el resto de sus compañeros pensaban que las cosas no podrían ir a peor, una nueva y brutal sacudida sísmica retumbó la zona donde se encontraba el grupo, provocando una enorme grieta en el suelo que formó un círculo perfecto. Esta circunferencia agrietada surgió en el suelo alrededor del grupo, en una gran zona de área explanada que de repente dejó de temblar.
La expresión del miedo y el horror se reflejó en los rostros de todos ellos, cuando sintieron que la tierra bajo sus pies ascendía, y comprobaron atónitos que así lo era. Al mirar abajo contemplaron cómo la gran plataforma de tierra en la que se encontraban subía hacia el cielo y se alejaban del suelo, con la ciudad ilusoria de Eleanor temblando y desmoronándose hacia la destrucción.
El grupo entero seguía envuelto en el humo negro causado por la gran explosión, y a causa de éste era imposible ver nada de lo que ocurría en el exterior:
- ¡¡Cuidado, no os acerquéis a los bordes!!- indicó Jack, alzando la voz- ¡¡manteneos en el centro de la plataforma!!

La situación ahora había tomado una difícil forma, en cuanto el trozo de tierra y roca que pisaban se detuvo de repente en seco, y dejó de subir. Ahora todos estaban suspendidos en el aire, montados encima de una gran plataforma de tierra que contradecía la ley de la gravedad, y rodeados a su alrededor de un inmenso abismo ocultado por el humo negro.
A pesar de no saber cuánto habían ascendido, sí podían imaginar que debían de estar a muchísimos metros de altura, y sabían que una caída desde ahí suponía una muerte segura:
- ¿¡Dónde…dónde estamos!?- preguntó Rex, tras el escalofriante silencio que vino a continuación- ¿¡Qué es…este lugar!?

La grave y profunda voz de ultratumba de Derriper volvió a escucharse por todos los rincones, en medio del misterioso e inquietante humo negro que parecía no iba a desaparecer nunca:
- Contemplad el abismo…la nada en su más cercana y parecida, aunque inalcanzable forma…- dijo el ser oscuro, tranquilamente- de ella provenimos todos nosotros y el resto de seres vivos…es el origen de toda materia, de todo ser, de toda especie, de toda civilización, de todo universo, de toda vida…y a ella debemos volver…porque somos parte del motor paradójico e imparable de la extinción…
Erika y los demás empuñaban con firmeza sus armas en las manos, buscando al enemigo con la mirada en todas direcciones y sin bajar la guardia, mientras éste seguía hablando con toda paciencia y tranquilidad:
- La vida, sólo quiere ser…pero no quiere, sin embargo, ser mucho…y por tanto, no es ambiciosa…- decía el dios oscuro, lentamente- el hecho es que hay otra característica de la vida inseparablemente relacionada: que se extingue…y con absoluta regularidad…
El grupo entero escuchaba las siniestras palabras del líder de la organización Muerte, cuya voz y presencia parecían provenir desde todas partes. No sabían por dónde iba a atacar:
- Las especies, por mucho que se esfuercen en organizarse y pervivir, siempre se desintegran y mueren con notable regularidad…y cuanto mayor es su complejidad, más deprisa se extinguen…- afirmó Derriper- ésta es la causa, la razón por la cual los seres humanos deben morir tan pronto…se han desarrollado tanto y se han convertido en seres tan complejos que ellos mismos están rompiendo el motor de la extinción, el ciclo de la vida…y eso es algo que no se puede permitir…

En ese momento una luz negra surgió frente a ellos, materializada como una capa negra levitando en el aire que todos reconocieron perfectamente:
- ¡¡Mirad, la capa negra de Derriper!!- señaló Alana.
Justo cuando la pelirroja terminó de pronunciar aquellas palabras, ella y el resto de sus compañeros se sorprendieron al ver que el objeto del ser oscuro comenzó a brillar con una siniestra y fantasmagórica luz oscura. A continuación la capa negra mutó y se transformó en unos segundos, gracias al poder de la oscuridad, en una esfera negra de igual tamaño que la del resto de invocaciones. Aquello no era una buena noticia, y desde luego traía consigo un terrible y mal presagio:
- ¡¡Es Caos Bahamut!!- exclamó Jack, atónito- ¡¡Ha vuelto a su forma original!!

Lo que dijo Derriper a continuación heló la sangre a todos los presentes, que palidecieron y perdieron el color del rostro cuando el líder de la organización Muerte pronunció, sobrecogedoramente:
- Basta de preámbulos…ya es hora de acabar con esto de una vez por todas…- afirmó el ser oscuro, con su voz profunda- y para ello, Caos Bahamut y yo volveremos a formar un solo ser…la única y verdadera identidad que nos corresponde a ambos, antes de que los seis primeros nos separaran…

La esfera negra que levitaba en el aire comenzó a moverse de la misma forma, lentamente y en dirección al denso humo negro que los rodeaba, hasta que el objeto de invocación desapareció para siempre en las entrañas de la humareda.
Al cabo de unos segundos, una violenta ráfaga de aire sacudió de repente toda la zona a su alrededor, igual que un breve terremoto hizo temblar, por poco tiempo, la plataforma de tierra en la que se encontraban. El grupo entero y todos sus corazones encogieron de absoluto miedo y terror, cuando en ese instante sintieron a la vez una nueva y abismal aura mágica emerger de repente a su alrededor.
Jack y los demás se quedaron paralizados, con los ojos y la boca abierta de asombro, y empezaron a temblar de miedo al sentir que aquella nueva aura mágica era, con enorme diferencia, la más terrible y poderosa de todas las que habían sentido en sus vidas. Superaba con creces a la de los guardianes de la fuerza, allí todavía presentes junto a ellos, e incluso a la de Eduardo convertido en monstruo.
Ni siquiera el chico de rojo, con su limitado poder de Ludmort, era capaz de igualar el poder oscuro del séptimo:
- ¡¡No…no puede ser…!!- exclamó Ray, asustado y temblando de miedo- ¡¡Derriper…Derriper y Caos Bahamut están…!!

En ese momento el temblor de tierra y las violentas ráfagas de aire cesaron de repente, dejando el enemigo de expulsar una gran cantidad de fuerza, y también permitiendo volver la quietud al pequeño campo de batalla. Justo entonces Erika y el resto de sus compañeros pudieron contemplar, horrorizados, cómo el humo negro que los rodeaba comenzó a moverse y a disiparse.
En ese instante descubrieron que aquella masa gaseosa no era producto de la gran explosión, sino del enemigo, y un terrible escalofrío les recorrió la espalda al imaginar cómo sería el nuevo nivel del líder de la organización Muerte:
- Ya es hora…de poner fin a vuestra perjudicial y patética vida…- dijo Derriper, tranquilamente- y también de que el mundo, Limaria, vuelva a renacer de nuevo…igual que lo ha hecho en el pasado y lo seguirá haciendo siempre, una y otra vez, hasta el final de los tiempos…
Mientras Cristal y los demás miraban en todas direcciones, sin bajar la guardia y con las armas en las manos, el ser oscuro seguía hablando con toda paciencia y tranquilidad. A medida que el humo negro se disipaba, se podía ver el exterior hasta ese entonces oculto, y que sorprendió bastante a todos los miembros del grupo.
Se encontraban ahora en medio de un cielo rojo en llamas, con oscuras nubes tormentosas del color de la sangre e infinitos rayos y truenos resonando no solo en la zona de combate, sino también a lo lejos en el horizonte, hasta donde alcanzaba la vista.
Y bajo sus pies, a muchísimos metros de altura, se hallaba la ciudad ilusoria de Eleanor completamente destruida. Toda aquella visión terrorífica y apocalíptica se asemejaba al infierno de una auténtica pesadilla:
- Tal y como está escrito por el destino, el ciclo de la vida y de la extinción debe continuar…es el motor que impulsa el modo de vida de un planeta, de un mundo…- afirmaba Derriper, con su voz grave profunda- de la misma forma que los dinosaurios se extinguieron para dejar paso a la actual era de los seres humanos…ahora son ellos los que deben morir para que nazca una nueva forma de vida, un nuevo mundo…

Lo que Rex y los demás vieron a continuación los dejó completamente pálidos y con el corazón tan encogido que el tiempo pareció detenerse entre dos latidos.

El humo negro comenzó a moverse y a vislumbrar el escenario exterior, pero en lugar de disiparse y desaparecer como lo haría cualquier gas corriente, ésta masa de aire empezó a unirse y a agruparse en el mismo lugar donde se ocultó la esfera de invocación de Caos Bahamut.
Todo el gas producto del oscuro se arremolinó en un punto del espacio frente a ellos y a la plataforma de tierra, creando todas las partículas de humo una enorme y densa nube negra, de la que provenía la sobrenatural e inimaginable cantidad de aura mágica.

Sin embargo, eso no era ni mucho menos lo peor, que llegó cuando todo el humo terminó de agruparse en una sola masa gaseosa. En ese instante la enorme nube negra comenzó a mutar y a transformarse, y en los siguientes segundos adoptó una nueva y terrorífica forma.
La nube negra adquirió un gran torso de anchos hombros pero deforme de cintura para abajo, ya que no contaba con piernas: en su lugar tenía una especie de ancha cola mediana acabada en punta y con seis patas deformes ligadas a ella, tres por cada lado. Sus nuevos y poderosos brazos ahora poseían unas tremendas garras con afiladas uñas que desprendían oscuridad, y la gran inmensa mayoría de su cuerpo era negro como el mismísimo color de las tinieblas. Volaba en el aire gracias a las enormes alas negras de murciélago que poseía a su espalda, y que batía para no caerse.
La cabeza del monstruo era la de un dragón negro perfectamente reconocible, que abrió la boca mostrando sus afilados colmillos y chilló de rabia y furia a los cuatro vientos. En el pecho, como si fuera parte de la criatura y el corazón de la misma, surgió medio cuerpo del líder de la organización Muerte.
Allí, la armadura oscura sólo tenía sus dos brazos y torso al descubierto, y sus dos brillantes ojos rojos seguían resplandeciendo en el casco que ocultaba su desconocido y misterioso rostro, envuelto en tinieblas.

Cuando la transformación terminó de completarse, el ser oscuro finalmente volvió a pronunciar palabra. Su voz resonó amenazadoramente desde todos los rincones del espacio, del cielo y de la tierra:
- Ya ha llegado la hora…de que los seres humanos…os extingáis de una vez por todas…- afirmó Derriper, alzándose junto con Caos Bahamut en su nueva forma monstruo, que luego alzó la voz y gritó diciendo- ¡¡La hora…de poner fin a vuestra miserable existencia…para siempre!!

Eduardo y los demás estaban completamente pálidos, aterrados y con los ojos y la boca abierta mudos de terror. Tenían ante ellos a un enorme y horrible monstruo deforme, producto del nuevo nivel del séptimo al alcanzar más del total de su poder como dios, y desprendía una abismal aura mágica muy por encima de cualquier otra que hubieran sentido en toda su vida.
Por si eso fuera poco se encontraban pisando una plataforma de tierra y piedra suspendida en el cielo y sin moverse, frente a la criatura. No podían desplazarse ni ir a ningún lado, puesto que el abismo los rodeaba trescientos sesenta grados a su alrededor, y tampoco podían luchar en aquella plataforma de escasos metros cuadrados.
A su lado, la criatura era mucho más grande que el trozo de tierra, y podía destruirlo de un solo ataque si quisiera. Incluso los guardianes de la fuerza no podían equipararse a él en tamaño, y tampoco en el nivel de aura mágica. En aquella difícil situación, sin poder luchar ni huir, estaban completamente a su merced:
- ¡¡No…no puede ser…!!- exclamó el chico de negro, asustado y temblando de miedo- ¡¡Derriper y Caos Bahamut…se han fusionado!!
El resto de sus amigos también estaban tan asustados como él. No podían creer lo que veían ante sus ojos:
- ¿¡Qué…qué quieres decir, Ray!?- preguntó Cristal, atónita.
Lo que respondió el joven con gafas dejó pálidos y horrorizados a todos los miembros del grupo:
- ¡¡Que ahora ambos forman parte de un solo ser!!

La sola idea de que el séptimo y el dragón negro ahora se habían unido en una sola criatura los aterraba. Eso explicaba la nueva y terrorífica aura mágica que surgió de repente, debido a la fusión de ambos enemigos:
- ¿¡Esto…esto es…su auténtico y verdadero poder…como dios!?- exclamó Rex, pálido y atónito.
Jack intervino en ese entonces para responder:
- ¡¡No lo creo…de ser así todo esto no existiría…y tanto el planeta como nosotros ya estaríamos muertos!!- dijo el mago, muy convencido de sus palabras- ¡¡Esto debe de tratarse de una nueva transformación, un nuevo nivel…es su tercera forma!!
Sin embargo, nada de lo anterior dicho asustó más a todos sus amigos que lo que añadió el chico de negro a continuación:
- ¡¡Mucho me temo…que aún no ha recuperado ni la mitad de su poder como dios!!
- ¿¡Qué!?- exclamaron todos a la vez, horrorizados.

En ese momento se inició la tercera ronda del combate final contra Derriper. Para sorpresa de todos, que se quedaron asombrados y con la boca abierta, las cuatro invocaciones se lanzaron volando hacia el enemigo, de repente y sin recibir ninguna orden:
- ¡¡Quetzal, Shiva, Ifrit, Bahamut!!- gritaron Erika y los demás.
Los cuatro guardianes de la fuerza rodearon en un semicírculo al ser oscuro, donde se detuvieron frente a él y cargaron en apenas unos segundos su ataque. Habían decidido tomar la iniciativa y atacar antes que el enemigo, lo que sorprendió a Jack y al resto de sus compañeros, pues nunca antes los habían visto actuar así:
“¡¡Que los G.F. actúen de esta manera no es normal!!”- pensó el mago en su mente, temblando y preocupado- “¡¡Deben de sentir la inmensa aura mágica de Derriper, y saben que no se trata de ningún enemigo corriente…saben que supone un serio peligro tanto para nosotros como para ellos mismos…y por eso actúan solos por naturaleza…su instinto les dice que acaben con cualquier peligro de muerte!!”

En ese momento Jack se anticipó a lo que iba a pasar, y al ver que cada invocación estaba a punto de lanzar un poderoso ataque, avisó gritando a sus amigos:
- ¡¡Usad el hechizo Escudo, RÁPIDO!!- gritó el mago, seriamente.
El resto de miembros del equipo no lo dudaron ni un instante, y rápidamente conjuraron todos a tiempo el hechizo de protección contra las ataques mágicos, con el que se cubrieron para lo que venía a continuación.
Cerraron los ojos al observar un segundo, antes de que finalmente los guardianes de la fuerza atacaran cada uno con su más poderosa técnica: Quetzal con “Tormenta Eléctrica”, Shiva con “Polvo de Diamantes”, Ifrit con “Llamas del Infierno” y Bahamut con “Megafulgor”.

Los cuatro ataques definitivos de cada criatura alcanzaron e impactaron de lleno con el objetivo, provocando una gran explosión que abarcó varios kilómetros en el aire, y que por supuesto los miembros humanos del equipo recibieron inevitablemente.
Por suerte resultaron ilesos, gracias a la protección del hechizo mágico Escudo y al de las propias invocaciones, que seguían con ellos en todo momento y los protegía de cualquier peligro. La plataforma de tierra, a pesar de sufrir varias sacudidas bruscas, tampoco recibió ningún daño, debido a que la protección de los G.F. también abarcó toda la misma.

Eduardo y los demás volvieron a abrir los ojos, cuando sintieron que la explosión había terminado. Alzaron la vista un poco más arriba, y allí estaban. Las cuatro invocaciones, de espaldas frente a ellos, y mirando fijamente a la nube negra donde momentos antes se hallaba Derriper.
Pasaron varios segundos de absoluto silencio, en los que nadie dijo ni pronunció palabra. La intriga y la tensión se respiraban en el ambiente: todos esperaban ansiosos, pero a la vez aterrados, el resultado de ofensiva de los G.F. Al parecer, la gran explosión lo había desintegrado en una enorme nube negra.

Después de lo que a todos les pareció una eternidad de espera, finalmente ocurrió una temible y desagradable sorpresa.

El humo negro producto de la gran explosión volvió a moverse otra vez, y en apenas unos segundos el grupo entero se dio cuenta de que la humareda no fue el resultado de los ataques de las invocaciones, sino todo lo contrario. Rex y el resto de sus amigos palidecieron y perdieron el color del rostro cuando el ser oscuro volvió a regenerarse y a recuperar la forma monstruo que tenía, empleando la unión de cada una de las partículas del humo negro que ahora también formaban parte de él.
Incluso los guardianes de la fuerza se mostraban sorprendidos ante aquel siniestro y escalofriante fenómeno:
- ¡¡No…no puede ser…!!- exclamó Jack, horrorizado y temblando- ¡¡ahora Derriper también puede cambiar su cuerpo al estado gaseoso!!
Aquellas palabras dejaron atónitos y sin habla al resto de miembros del equipo, que se quedaron con los ojos y la boca abierta mudos de terror:
- ¿¡Qué!?- preguntó Alana, perpleja- ¿¡Quieres decir que ahora puede cambiar a los tres estados de la materia: sólido, líquido y gaseoso!?

La respuesta a su pregunta ocurrió a continuación, frente a sus ojos. Tanto la pelirroja como los demás palidecieron todavía más en ese instante, al volver la mirada al frente. El enorme monstruo chilló con el grito de furia de Caos Bahamut y liberó a su vez una poderosa onda expansiva, que alcanzó no solo a las invocaciones, sino también a la plataforma de tierra.
El simple impacto con la misma hizo retroceder a los G.F, retumbar con una brusca sacudida la plataforma y destrozar en mil pedazos los hechizos de protección Escudo de todos los miembros del equipo, que se tambaleaban y casi perdieron el equilibrio con el terremoto.
Sin embargo, lo peor de todo ocurrió cuando cesó el temblor de tierra y Cristal y los demás miraron de nuevo al frente. En sus rostros se reflejó el miedo y el terror, al ver que Derriper se anticipó y atacó primero a las invocaciones. La enorme criatura oscura se movió a toda velocidad y golpeó con una de sus garras a Shiva, después disparó con su otra extremidad un potente hidrocañón de agua negra contra Ifrit, para luego mandar de un brutal arañazo a Quetzal un poco más lejos y por último sacudir con un gigantesco látigo negro de agua a Bahamut.
A excepción de Shiva, que fue la primera en recibir un ataque sorpresa del séptimo, Quetzal, Ifrit y Bahamut intentaron herir al enemigo con sus ataques elementales. Sin embargo, y a pesar de todos los rayos, de todas las bolas de fuego y de todas las llamas que disparaban, nada le hacía daño.
Todo lo que tocaba lo atravesaba, como si de aire se tratara. Debido a la rapidez del monstruo, las tres invocaciones no pudieron disparar más de dos o tres ataques, y enseguida recibieron los golpes de Derriper.
Jack y el resto de sus amigos se encogieron de puro miedo y terror al ver a sus más poderosos aliados caer como moscas frente a los ataques del líder de la organización Muerte, cuyos golpes los enviaron a cada uno un poco más lejos, heridos:
- ¡¡Quetzal, Shiva, Ifrit, Bahamut!!- gritó Eduardo, preocupado.

Los cuatro guardianes de la fuerza acabaron heridos e inconscientes un poco más lejos, todos dispersados y levitando en el aire, igual que la plataforma de tierra. Ninguno podía creer lo que acababa de ver. Era la primera vez que las invocaciones se debilitaban tan rápido en un combate:
- ¡¡Ni siquiera los G.F. son rivales para Derriper!!- exclamó Cristal, horrorizada- ¡¡Sin ellos no tenemos ninguna posibilidad de ganar!!
- ¡¡Es inútil, contra este monstruo no podemos hacer nada!!- afirmó Rex, de la misma forma- ¿¡Cómo se puede combatir al aire!?
- ¡¡Esta tercera forma supera con creces el poder de los G.F.!!- dijo Ray, atónito y perplejo- ¡¡Y si ni siquiera las invocaciones pueden hacerle…!! ¿¡Cómo vamos a hacerlo los seres humanos!?

Un nuevo chirrido de furia de Caos Bahamut atrajo su atención, que para mayor y desagradable sorpresa realizó otra ofensiva. Una nueva onda expansiva oscura provocada por la criatura alcanzó la plataforma de tierra, que la hizo temblar otra vez con otra sacudida y que duró apenas unos segundos. Todos recibieron de lleno el ataque y gritaron inmensamente de dolor, antes de caer al suelo debilitados.

El equipo entero palideció y perdió el color del rostro, al sentir que de repente se habían quedado sin fuerzas. En un solo instante habían pasado de estar en pie y listos para luchar, a encontrarse en el suelo y casi al borde de la muerte.
Después de recibir el ataque ninguno podía levantarse, e incluso les costaba respirar. Nunca antes habían sufrido tanto daño como para dejarlos en ese estado:
“¿¡Qué…qué me pasa!? ¡¡No puedo moverme!!”- exclamó Jack en su mente, pálido, horrorizado y empleando todas sus fuerzas para seguir respirando, con muchísima dificultad- “¡¡Me he quedado sin magia…en un solo instante…y la gravedad de estas heridas…supera infinitamente a las de cualquier otro ataque enemigo recibido hasta ahora!! ¡¡No tengo fuerzas…ni para moverme!!”
Tanto él como los demás se encontraban en la misma situación de estado crítico, luchando en el suelo por seguir respirando y agonizando para seguir con vida. Estaban seguros de que, de no ser por la protección de los guardianes de la fuerza que aún los acompañaba, habrían muerto al instante por el ataque de Derriper.
Tan poderosa y tan fuerte era la tercera forma del séptimo que a su lado los miembros del grupo parecían hormigas. Les costaba creer e imaginar que el ser oscuro no había adquirido aún ni la mitad del total de su poder:
“¿¡De verdad es este…el verdadero poder…de un dios!?”- pensó Erika en su mente, atónita.

La situación era crítica y alarmante. El equipo entero estaba debilitado encima de la plataforma de tierra, y las invocaciones igual pero en el aire, paradas. En medio del cielo en llamas, de las nubes color sangre y de los rayos y los truenos relampagueando con su estruendo alrededor, sólo la figura de un enorme monstruo se mantenía batiendo sus alas, frente a la plataforma de tierra.
Derriper y Caos Bahamut contemplaban en silencio a sus enemigos, heridos y debilitados, frente a ellos. No había sino hecho explotar su aura mágica, y con eso mismo ya dejaron fuera de combate a los elegidos y sus guardianes. No habían realizado ningún ataque contra ellos, y tampoco parecía que fuera necesario desplegar todo su poder para acabar con sus vidas.
El séptimo podía matarlos con un suspiro si quisiera, como si cualquier persona aplastara una hormiga con un solo dedo:
- Esto ha durado demasiado…- dijo Derriper, tranquilamente y con su voz grave de ultratumba- ya es hora…de que el último atisbo de luz se apague…para siempre.

Eduardo y los demás reunieron fuerzas para levantar la cabeza, temblando, y se horrorizaron aún más al ver que una de las garras del monstruo se transformó en apenas unos segundos en un gigantesco cañón negro. Este nuevo cañón apuntó directo a la plataforma de tierra, y para desagradable sorpresa de todos, comenzó a acumular energía oscura. El equipo entero sabía que ni siquiera la protección de los G.F. podría salvarlos de aquel ataque.
En ese momento todos entristecieron, al darse cuenta de que sin duda aquello era el final. Sus poderosos aliados, los guardianes de la fuerza, habían caído debilitados ante el ser oscuro, y ya no contaban con más recursos para hacer frente a Derriper.
Agonizando y casi al borde de la muerte, todos los miembros del grupo hablaron para sí mismos dentro de sus mentes, mientras el séptimo, el dios oscuro, seguía acumulando energía en su cañón, con el que apuntaba directo hacia ellos:
“Es inútil…esta tercera forma es demasiado para nosotros…”- pensó Rex- “si hubiéramos podido acabar con Derriper al principio…nada de esto habría pasado…”
“Qué ilusos hemos sido al pensar que podríamos matar a un dios…”- pensó Ray- “está claro que, ni nosotros ni nadie, será jamás rival para una divinidad…”
“Todas nuestras esperanzas…nuestros sueños…se esfuman en un solo instante…”- pensó Alana- “¿De verdad todo eso…termina aquí? ¿Todo por lo que hemos luchado…no ha servido de nada?”
“No…esto no puede acabar así…no de esta forma…”- pensó Cristal- “Ahora que he encontrado al amor de mi vida, tengo un nuevo sueño que cumplir…una nueva razón para vivir…”
“Perdóname, Marina…no he cumplido…con la promesa que te hice…”- pensó Jack- “todo esto es por mi culpa…no he actuado como buen guardián…y eso nos ha llevado a esta situación…por favor, perdóname…”
“Hemos fracasado…no hemos podido salvar el planeta…”- pensó Erika- “los dioses y las armas sagradas se equivocaron al elegirnos a nosotros…no tenemos la fuerza necesaria…”
“Hemos luchado todos juntos…nos hemos esforzado con todas nuestras fuerzas…y aún así, no ha servido de nada…”- pensó Eduardo- “ahora, por nuestra culpa, el mundo entero de Limaria morirá…para siempre…”

Tras las últimas palabras en la mente del chico de rojo, el gran monstruo oscuro terminó de acumular energía. El cañón negro de una de sus extremidades apuntando hacia ellos desprendía una desmesurada y terrorífica cantidad de energía, capaz de destruir por completo un continente. Nunca antes habían visto nada igual:
- Llevo miles de años esperando este momento… ¡¡y hoy, por fin, después de tantos millones de elegidos de las armas sagradas interponiéndose en mi camino…Ludmort destruirá este condenado y maldito planeta!!- dijo Derriper, con enorme satisfacción por haber alcanzado su objetivo.

Justo antes de disparar el ataque, el ser oscuro pronunció unas siniestras y escalofriantes palabras, en alta voz:
- ¡¡Con la extinción de los seres humanos, el mundo pasará a un nuevo planeta, a una nueva forma de vida dominante…!!- exclamó el líder de la organización Muerte, que luego añadió por último y casi gritando- ¡¡al comienzo de una nueva era!!

Finalmente el séptimo disparó su tan esperado ataque, justo un instante después de que Erika y los demás cerraran los ojos, esperando la muerte. El tiempo pareció detenerse para Jack y el resto de sus compañeros, que sabían sin duda que les había llegado la hora.

Sin embargo, y justo cuando parecía que todo estaba perdido, ocurrió un nuevo y sorprendente milagro, que les salvó inesperadamente la vida.

Se produjo la explosión, tal y como era de esperar, pero para su sorpresa ésta no les alcanzó: ni a la plataforma ni a ninguno de ellos. Lo más increíble de todo era que, a pesar de seguir la plataforma en absoluta quietud y tranquilidad, como si no pasara nada, a su alrededor resonaba estridente y con furia todo el estallido de la explosión, como si estuvieran en medio de ella.

Al cabo de los segundos, cuando terminó el ataque y todo volvió a la normalidad, el grupo entero abrió poco a poco los ojos. Al levantar de nuevo la cabeza al frente, temblando y aún sin fuerzas, todos enmudecieron de repente y se quedaron con los ojos y la boca muy abierta de asombro. Lo que vieron a continuación los dejó mudos y paralizados de la sorpresa.

Ante ellos se encontraban sus más poderosos aliados, los guardianes de la fuerza, otra vez en pie y dándoles la espalda. Contemplaban a la enorme criatura oscura que tenían delante, con unas miradas tan firmes y decididas que no parecía que fueran a retroceder ni a huir:
- ¡¡No…no puede ser…!!- exclamó Rex, atónito y perplejo- ¡¡Son los G.F…otra vez!!
- ¿¡Pero…no estaban debilitados!?- preguntó Alana, de la misma forma y sin creer lo que veía- ¿¡Cómo han…!?
Para mayor sorpresa, tanto ella como los demás se sorprendieron aún más al ver que las invocaciones no eran las mismas de antes: tenían algo diferente. Aunque a primera vista conservaban la misma apariencia, esta vez cada uno tenía un extraño símbolo en el pecho que antes no llevaba: símbolos que a Jack y a Ray les sonaba de algo, como si ya los hubieran visto antes.
Además de eso a cada uno también lo rodeaba una nueva aura, tan poderosa que incluso podía verse a simple vista, y de diferentes colores según el G.F. A Quetzal un aura amarilla, a Shiva un aura azul, a Ifrit un aura roja y a Bahamut un aura blanca. De lo que sí estaban seguros era que nunca antes los habían visto en ese estado:
- ¿¡Qué…qué son esos extraños símbolos que llevan!? ¿¡Por qué tienen esa aura alrededor!?- preguntó Cristal, asombrada y con la boca abierta- ¿¡Qué está pasando!?
En ese momento Jack recordó el significado de aquellos símbolos, que hasta ese entonces le resultaban muy familiares, y su rostro adquirió un terror pálido al que le acompañó un escalofrío por toda la espalda. Perdió el color de la cara y tembló de miedo mientras decía:
- ¡¡No…no puede ser…!!- dijo el mago, con el corazón encogido y palpitándole entre dos latidos- ¡¡Esos…esos símbolos…pertenecen a cuatro de los seis dioses que crearon Limaria!!

Aquellas palabras dejaron completamente pálidos y atónitos a casi todos los miembros del grupo, cuyos rostros también acabaron igual que el de Jack con solo imaginarse la idea:
- ¿¡Qué!?- exclamó Alana, paralizada de la sorpresa- ¿¡Estás seguro!?
- ¡¡No tengo la menor duda!!- respondió el hombre rubio, muy convencido de sus palabras- ¡¡cada uno de esos símbolos representa a uno de los seis dioses…lo sé, porque los he visto antes…muchísimas veces!!
- ¡¡Pero…!! ¿¡Qué significa eso!?- intervino Rex, aún sin comprender nada- ¿¡Quieres decir que…los seis están encarnados ahora…en los G.F.!?
Ray también entendía, al igual que Jack, lo que estaba pasando, y fue él el que respondió a su pregunta:
- ¡¡No exactamente, sino al contrario…!! ¡¡De la misma forma que las invocaciones nos prestan fuerza y magia a nosotros…los dioses también se la prestan a los G.F.!!- afirmó el chico de negro, sin dudar en su declaración- ¡¡Deben de haber sentido que ellos…que todos nosotros…íbamos a morir!! ¡¡Por eso han recuperado fuerzas…por eso nos han protegido de la explosión con el poder de los seis…por eso nos han salvado…y por eso mismo vuelven a luchar de nuevo…gracias al poder de los dioses!!

La duda había quedado resuelta. Todos ya conocían el motivo por el cual las invocaciones volvían a estar en pie y listas para el combate: los seis dioses que crearon Limaria se manifestaban ahora en ellas en forma de fuerza, prestándoles parte de su poder. Sin duda ahora resultaban mucho más poderosas que en su forma base, ya que todos podían sentir sus tremendos niveles de aura mágica, a la altura del chico de rojo convertido en monstruo.
Desde luego aquella buena noticia suponía un alivio para todos, ya que ahora contaban incluso con el apoyo de los seis dioses a su favor, y de alguna forma la balanza del combate se equilibraba.
Sin embargo, aún faltaba por conocer un pequeño pero importante detalle, del que Cristal fue la primera en darse cuenta:
- ¡¡Pero…si se supone que ahora los G.F. cuentan con el poder de los dioses…!! ¿¡Cómo les transmiten su fuerza!?

La respuesta a aquella pregunta la encontraron al girar la cabeza a un lado, hacia dos de los miembros del equipo aún no habían despertado ni levantado la cabeza. Se trataba de los dos jóvenes Erika y Eduardo, que estaban tumbados boca abajo en el suelo, ocultando sus rostros, y en cuyas manos yacían las armas sagradas. Pero esta vez, al igual que las invocaciones, también tenían algo especial: algo sorprendente e increíble:
- ¡¡Mirad…la llave espada y la vara mágica…!!- exclamó Rex, cada vez más atónito y perplejo- ¡¡están…están brillando!!
Tanto él como los demás contemplaron, asombrados, el increíble cambio que habían sufrido las armas sagradas. Habían aumentado tanto de tamaño que ahora alcanzaban más de tres metros de longitud, superando a las formas anteriores en que éstas ganaban mayor fuerza.
También habían adquirido, por completo y ocultando la forma base, un nuevo y misterioso brillo, distinto al dorado con el que Eduardo ejecutaba “Último Arcano” o al plateado con el que Erika realizaba el ataque mágico “Artema”.
Ambas armas ahora tenían un nuevo brillo, que resplandecían con la misma luz blanca cálida y divina: la más blanca y pura que habían visto en sus vidas:
- ¡¡Eso es…las armas sagradas!!- afirmó Jack, boquiabierto- ¡¡A través de ellas…los dioses les transmiten su fuerza y poder a los G.F.!!

Sin embargo, de todos los allí presentes el más sorprendido era Derriper, quien no podía creer lo que veía. A pesar de llevar un casco de armadura que le ocultaba el rostro, su tono de voz denotaba furia y preocupación. Estaba claro que no esperaba para nada la intervención divina de sus enemigos:
- Sin duda, esto es obra de los seis…esas luces blancas son inconfundibles…- dijo el ser oscuro, enfadado y apretando los puños con fuerza- pero… ¿por qué ahora? Es la primera vez que los mismísimos dioses prestan su fuerza a unos portadores de las armas sagradas…- a lo que luego preguntó, frustrado y en alta voz- ¿Por qué ellos? ¿Qué tienen estos elegidos que no han tenido todos los demás anteriores?
La visión de tener a los cuatro guardianes de la fuerza en su contra, con más poder que antes, de nuevo en pie y con la fuerza de los dioses, no era para nada una buena noticia. Sin embargo, lo que más le preocupaba en aquellos momentos era el brillo blanco de las armas sagradas: la llave espada y la vara mágica.
En esas luces blancas estaba creciendo un temible poder que Derriper conocía de sobra, y que podría ponerlo en serios aprietos si dejaba que continuara desarrollándose:
- Esto no me gusta nada…esas luces blancas contienen parte del poder reunido de los mismísimos seis…- afirmó el séptimo, frustrado y enfadado- no puedo permitir que sigan creciendo, o de lo contrario voy a tener un grave e irreparable problema…

La enorme criatura oscura chilló de furia por la cabeza de Caos Bahamut, y sus dos extremidades delanteras mutaron y se transformaron en apenas unos segundos gracias al poder de la oscuridad: una de ellas en una gran guadaña negra y la otra en un látigo negro de agua, del mismo tamaño:
- ¡¡Debo acabar con ellos, antes de que sea demasiado tarde!!- exclamó el líder de la organización Muerte, enfadado.

El mago y los demás se horrorizaron al volver la vista al frente, cuando observaron que Derriper se lanzaba furioso hacia ellos, a toda velocidad:
- ¡¡Cuidado, ahí viene!!- exclamó Rex.

Casi creyeron ver la muerte de cerca cuando el enemigo atacó con su látigo acuático a medio camino, que iba a alcanzarlos en apenas unas milésimas de segundo. Por suerte allí estaban las invocaciones, que con su nueva y tremenda fuerza esta vez lograron protegerles y hacer frente a la amenaza.
Bahamut recibió el látigo de frente, sin ningún daño, y lo agarró sorprendentemente a pesar de ser agua. A continuación tiró de él hacia sí con sus dos poderosas garras, empleando la nueva fuerza abismal de los seis, y con la que tiró a Derriper hacia delante, atrayéndolo hacia él.
Antes de que el monstruo de oscuridad pudiera reaccionar o hacer cualquier movimiento, Quetzal, Shiva e Ifrit atacaron a la vez con sus magias elementales, a escasos metros de diferencia cuando la criatura llegó junto a ellos.
La potencia infinita de sus ataques alcanzó al ser oscuro, cuya explosión lo envió mucho más lejos en el cielo rojo en llamas y lo dejó a muchísima mayor distancia de la plataforma de tierra. Por supuesto, la protección de los seis dioses evitó que los dos jóvenes y sus guardianes sufrieran daño alguno con la explosión.

Para evitar luchar cerca de sus protegidos, las cuatro invocaciones echaron a volar a toda velocidad hacia el séptimo, situado a muchos metros de distancia de la plataforma. La feroz batalla entre el ser oscuro y los guardianes de la fuerza siguió en la lejanía, en medio del cielo rojo color sangre y del destello de los truenos y los relámpagos.

Mientras tanto, en la plataforma de tierra parada en el aire, el equipo entero contemplaba, asombrado y sin palabras, la auténtica batalla de titanes que se estaba librando en el horizonte.
Las colisiones y el impacto de los ataques chocando una y otra vez en el cielo en llamas retumbaban y hacía temblar la atmósfera, de una manera tan brusca y violenta que incluso parecía que el mismísimo cielo no iba a aguantar aquel titánico enfrentamiento. Cada uno de los ataques de Quetzal, Shiva, Ifrit, Bahamut y Caos Bahamut hacía temblar el aire con poderosas ondas de choque, y las gigantescas explosiones producto del impacto de los mismos reducía a la nada cada átomo de aire que alcanzaban.
Por suerte aquella batalla de dioses se libraba muy lejos de la plataforma de tierra, desde donde los miembros del grupo tan solo podían ver y escuchar las estridentes ondas de choque en la lejanía. Sin duda ningún ser mortal podía participar en aquel combate, cuyos luchadores acabarían con su vida sin intencionarlo, en medio de aquella tormenta de colosales ataques infinitamente superiores a los de cualquier ser vivo existente:
- He aquí…el auténtico poder de los dioses…- afirmó Ray, tan pálido y atónito como el resto de sus compañeros- estar aquí, ahora…y contemplar lo que estamos viendo…no lo hace cualquier persona…
A pesar de la distancia, a todos se les encogía el cuerpo y el alma de terror, con solo ver la batalla que tenían ante sus ojos:
- Ver esto…y compararlo con todos los combates que hemos librado hasta ahora…- dijo Rex, temblando de miedo- hace que me dé cuenta…de lo infinitamente pequeños y diminutos que somos…en medio del amplio universo en el que vivimos…

Los G.F. y el ser oscuro estaban muy igualados en fuerza y poder, ya que todos sus ataques no eran superiores unos de otros, y aún a pesar de uno contra cuatro, Derriper se defendía muy bien de sus oponentes. El séptimo empleaba todo su poder para abatir a los cuatro guardianes de la fuerza que lo asediaban y, aunque recibía numerosos daños, también lograba alcanzar con sus ataques a las invocaciones, las cuales resultaban muy heridas y dañadas:
- ¿¡Creéis que…lo conseguirán!?- preguntó Cristal, preocupada.
Sus amigos entendieron muy bien el motivo de la pregunta, ya que todos veían esforzarse a sus poderosos aliados como nunca antes los habían visto en un combate. Sin embargo, la realidad era mucho más aterradora de lo que sus corazones no querían imaginar:
- No…no lo conseguirán…- dijo Jack, con el rostro sombrío y temblando de miedo.
- ¿¡Qué!?- exclamó Alana, perpleja- ¿¡Pero qué dices!? ¡¡Si le están haciendo mucho daño a Derriper!! ¡¡A este paso van a acabar con él!!
El mago no vaciló ni un momento cuando respondió, seriamente:
- Te equivocas…fíjate mejor y lo comprobarás…

La pelirroja y los demás volvieron la vista al frente, y palidecieron y perdieron el color del rostro al observar, aterrados, que las invocaciones estaban recibiendo un considerable número mayor de golpes y daños que el enemigo. Cada vez les costaba más esquivar los golpes del ser oscuro, y sus ataques cada vez distaban más de fuerza y potencia, a favor del séptimo.
Todas sus esperanzas puestas en los G.F. se estaban esfumando a cada minuto que pasaba, y con ellas las posibilidades de ganar aquel combate:
- ¡¡No…no puede ser…esto…esto es una pesadilla!!- exclamó la princesa con coletas, completamente horrorizada- ¿¡Qué es…lo que está pasando!?
Fue Jack de nuevo el que respondió a su pregunta. Tan solo él había caído en la cuenta de un pequeño detalle que el resto había pasado por alto:
- Os olvidáis de que Derriper todavía sigue recuperando poco a poco el total de su poder como dios…- explicó el mago, seriamente- a diferencia de él, los G.F. no ganan cada vez más poder…se quedan en el mismo nivel…y ahí está el motivo, la razón por la que siguen y seguirán en desventaja…durante el resto del combate…
- ¿¡Quieres decir que…no tienen ninguna posibilidad de ganar!?- preguntó Rex, pálido y temblando de miedo.
El hombre rubio miró de nuevo al frente, al combate que estaban librando sus aliados los G.F. contra el séptimo, y su rostro adquirió un tono sombrío y preocupado. Sólo hacía falta ver la gran cantidad de golpes y heridas que estaban recibiendo las invocaciones para darse cuenta de la terrible gravedad de la situación:
- Tarde o temprano acabarán cayendo…y cuando lo hagan…ya no habrá nada ni nadie que nos proteja…ni siquiera los dioses…- afirmó Jack, seriamente- tal y como están ahora…quizá aguanten unos minutos más…o quizá sólo unos segundos…en cualquier caso, dentro de muy poco tiempo…ya podrán seguir luchando…

La terrible noticia supuso un duro golpe para todos los miembros del grupo, que palidecieron y perdieron el color del rostro, mientras temblaban de miedo. Con los ojos y la boca abierta mudos de terror, contemplaban horrorizados cómo se acercaba el final del combate. Una vez que los guardianes de la fuerza cayeran, todo habría acabado:
- ¡¡Pero…si no son ellos los que acabarán con Derriper…!!- dijo Alana, preocupada- ¿¡Quién lo hará!?
El chico de negro intervino en ese entonces, creyendo saber la respuesta a su pregunta:
- No estoy seguro, pero…tengo la impresión de que las invocaciones…son sólo una distracción…
El resto de sus amigos lo miraron, confusos y sin entender nada:
- ¿¡Qué…qué quieres decir!?- preguntó Cristal, perpleja.
El ex miembro de la organización Muerte procedió a explicar su teoría acerca de la situación en la que se encontraban:
- Los G.F. sólo están manteniendo ocupado al séptimo durante unos minutos, distrayéndolo a pesar de su desventaja…saben que no pueden ganar…- explicó Ray, seriamente- el auténtico poder de los dioses…la fuerza reunida de los seis…no está concentrada en los G.F…- que a continuación giró la cabeza a un lado y afirmó diciendo, con toda seguridad-…sino en las armas sagradas.

Jack y los demás hicieron lo mismo y giraron la cabeza a un lado, hacia la posición donde estaban los dos jóvenes inconscientes. Se sorprendieron al descubrir que Ray tenía razón, ya que tanto la llave espada como la vara mágica desprendían una temible e inimaginable cantidad infinita de aura mágica, muchísimo mayor que la de los guardianes de la fuerza que ahora estaban luchando.
Nunca antes ninguno había sentido nada igual en toda su vida:
- ¡¡No…no puede ser…!!- exclamó Rex, completamente atónito y perplejo- ¡¡Qué cantidad de poder acumulado en sólo dos armas!!
- ¡¡Si no lo siento, no lo creo!!- dijo Alana, pálida y aterrada- ¿¡De verdad es ésta…el aura mágica de los mismísimos dioses!?

Tanto la pelirroja como el resto de sus compañeros no daban crédito a lo que veían. Estaban tan asustados y horrorizados que su instinto natural les decía que se levantaran y huyeran todo lo rápido que pudieran, hasta alejarse del peligro.
Cada uno de los poros escalofriantes de sus cuerpos les advertía de un abismal peligro para el que ningún ser vivo mortal estaba preparado. Temblaban tanto de miedo que querían huir, escapar, retroceder, alejarse todo lo que hiciera falta para poder sobrevivir.
Pero sabían que, incluso aunque se alejaran todo lo que pudieran, ni siquiera todo el infinito espacio del universo bastaría para escapar de aquel peligro, capaz de destruirlo todo y de reducirlo a la nada.
Sentían la mismísima muerte junto a ellos, en la misma plataforma de tierra, y lo peor de todo es que no podían huir. No había ningún lugar al que escapar.

El sudor, los nervios y la palpitación de sus corazones a más de mil por hora de puro terror casi los llevaron al borde la locura, la agonía y la desesperación. Incluso se habían olvidado de la batalla entre los G.F. y Derriper, cuyas auras mágicas comparadas al lado de las dos armas sagradas se quedaban cortas. El auténtico peligro no se hallaba delante de ellos en el horizonte, sino justo a menos de cinco metros a su lado.

Ni siquiera el comprobar que sus dos jóvenes amigos estaban bien, cuando los elegidos recuperaron en ese momento el conocimiento, los dejó más tranquilos que antes. Seguían igual de pálidos y boquiabiertos al observar lo que vieron a continuación.
Se sorprendieron al ver que Eduardo y Erika comenzaron a mover lentamente los dedos, y así poco a poco sus manos, brazos y piernas, hasta que lograron hacer que reaccionara el resto de su cuerpo:
- ¡¡Erika!! ¡¡Eduardo!!- exclamaron todos sus guardianes, atónitos.

Los dos jóvenes también se encontraban en el mismo estado que ellos, y se percibía claramente con solo mirarlos.  Ambos estaban gravemente heridos y agotados, con numerosos rasguños por todo el cuerpo y la sangre manchando parte de sus ropas desgarradas. No dejaban de jadear y de respirar con dificultad en ningún momento, y les temblaba todo el cuerpo por completo:
- J…Jack…- pronunció la joven, exhausta y debilitada- chicos…
Para sorpresa de todos los presentes, los dos elegidos apoyaron débilmente los brazos en el suelo, para luego hacer lo mismo con las manos, lenta y de forma pesada:
- Rex…Cristal…- dijo el chico de rojo, agotado y jadeando- Alana…Ray…
Todos los guardianes observaron, pálidos y boquiabiertos de terror, cómo sus amigos estiraban los brazos con las manos abiertas, apoyadas como soporte en el suelo. Lo que más les sorprendía y asustaba al mismo tiempo era ver que aún podían moverse: con lentitud y dificultad, pero podían.
Mientras que ellos luchaban por respirar y eran incapaces de mover un solo músculo de sus extremidades, los dos jóvenes aún podían moverse: eso sí, temblándoles todo el cuerpo. Se trataba de algo completamente increíble:
- Después…de todo…lo que hemos…pasado…- decía Erika, jadeando y ocultando su rostro- esto…no…no puede…acabar…así…
Tanto la joven como su compañero seguían levantándose a duras penas y temblándoles todo el cuerpo. Ya se habían puesto de rodillas y ahora estaban estirando las piernas para ponerse en pie, sin dejar de temblar ni un solo momento.
Ocultaban sus rostros ante las miradas perplejas y atónitas de sus amigos, que no podían creer lo que veían. A diferencia de todos los guardianes que aún seguían debilitados en el suelo, los elegidos eran los únicos miembros del grupo que estaban levantándose, en medio de la plataforma de tierra. No dejaban de empuñar ni un instante las armas sagradas en sus manos:
- No…no hemos…llegado…hasta aquí…para acabar…de esta forma…- decía Eduardo, firme y seguro de sus palabras- seguiremos…luchando…con…con todas…nuestras fuerzas…
Cuando por fin, tras unos largos segundos, ambos jóvenes terminaron de ponerse en pie, sus compañeros seguían todavía pálidos y mudos de la sorpresa, observándolos. No podían creer que aún tuvieran fuerzas para moverse:
- Porque…- dijo Erika.
- Nosotros…- siguió Eduardo.
Acto seguido los dos alzaron la vista al frente y, con la misma mirada firme y decidida, ambos pronunciaron valientemente y al mismo tiempo las siguientes palabras:
- ¡¡SOMOS LOS ELEGIDOS DE LA PROFECÍA!!

Ni Jack ni los demás daban crédito a lo que veían: sencillamente no podían creerlo. En aquellos momentos los únicos miembros del equipo en pie eran Erika y Eduardo, situados en el centro de la plataforma de tierra, y a su alrededor el resto de guardianes debilitados, tumbados en el suelo.
A pesar de seguir ambos jadeando del cansancio y temblándoles todo el cuerpo, de sus ojos firmes y valientes irradiaban una fuerza de voluntad increíble. A pesar de haberse puestos los dos serios en anteriores ocasiones, ninguno de los guardianes los había visto nunca con aquella faceta.
Y si encima portaban las dos mejores y más grandes armas sagradas que habían visto en sus vidas, aquellos dos jóvenes sin duda se trataban de unos auténticos elegidos de la profecía:
- ¡¡E…Eduardo…Erika…!!- exclamó Alana, perpleja y asombrada- ¿¡Pero qué…!?
Los dos elegidos tardaron un poco en responder. Seguían jadeando y respirando con dificultad, mientras temblaban y miraban al frente, a la batalla titánica que se estaba librando en el horizonte:
- Si los dioses…nos han brindado otra oportunidad…- dijo Erika, seriamente- es porque confían en nosotros…porque creen en nosotros…
- Ya es hora…de comprobar…- siguió Eduardo, de la misma forma- si nosotros…somos los auténticos…elegidos de la profecía…

En ese momento Ray y los guardianes se sorprendieron, al oír varios pequeños crujidos muy cerca de ellos. Tanto el mago como los demás palidecieron al fijarse en las esferas de invocación que llevaban de colgante, en las cuales se habían formado varias grietas, como si hubieran recibido un fuerte golpe.
Nunca antes las habían visto de esa manera, como si fueran a romperse en mil pedazos, y aquello desde luego se trataba de un mal presagio:
- ¡¡Jack!!- exclamó Rex, asustado y preocupado- ¿¡Qué…qué está pasando!? ¿¡Por qué se están rompiendo…las esferas de invocación!?
Tanto la esfera amarilla de Quetzal, como la azul de Shiva, la roja de Ifrit y la blanca de Bahamut estaban en el mismo preocupante estado: con varias grietas alrededor y su luz interior brillando tenue y débilmente. Aquello sólo podía significar una terrible y desagradable noticia, que el mago anunció al resto de sus compañeros con miedo y terror en sus palabras:
- Porque los guardianes de la fuerza…están muriendo…

Las palabras que pronunció Jack dejaron pálidos y sin habla a todos los guardianes, cuyo escalofrío les recorrió la espalda. Recibir de repente la noticia de que sus más poderosos aliados iban a perecer, después de todo lo que habían pasado con ellos, les resultaba imposible de creer:
- ¿¡Pe…pero qué dices!?- intervino Cristal, atónita y con la boca abierta- ¡¡Si tú mismo lo dijiste una vez…los G.F. no pueden morir!!
- ¡¡No a manos de cualquier mortal!!- corrigió el mago- ¡¡Pero sí de un dios!!
Sus amigos lo observaron, mientras el hombre rubio volvía la vista al frente. Sus ojos preocupados y horrorizados contemplaban la tortura de las invocaciones, cuyos ataques de Derriper las alcanzaban sin piedad y las hacía chillar de inmenso dolor:
- La diferencia de poder entre un ser vivo mortal y una divinidad es demasiado grande e infinita…tanto que no se pueden comparar…- explicó Jack, seriamente- la fuerza de un ser humano corriente jamás podrá alcanzar a la de un G.F. y, por tanto, tampoco podrá matarlo…
Ray y sus compañeros seguían escuchando al mago, cuyas palabras resultaban cada vez más preocupantes y aterradoras:
- Sin embargo, la situación cambia radicalmente cuando el enemigo se trata de una divinidad…no es ningún ser vivo mortal, como nosotros…un dios rebosa de un infinito e inimaginable poder para el que, ni siquiera un guardián de la fuerza, puede afrontarlo…- continuó diciendo el hombre rubio- basta con sólo imaginar…que fueron los dioses los que crearon a los G.F, para mantener el equilibrio entre los elementos…y darnos cuenta de que, a su lado, las invocaciones no son nada…
Lo que dijo Jack a continuación dejó a todos helados y completamente pálidos de puro terror:
- Si esto sigue así, Derriper acabará matando a los G.F…para siempre.

La situación iba cada vez de mal en peor, y bastaba con sólo ver la lucha entre las invocaciones y el ser oscuro. Quetzal, Shiva, Ifrit y Bahamut estaban sufriendo bajo los ataques del monstruo alado, recibiendo muchísimo más daño del que habían sentido en todas sus inmortales vidas. Los cuatro guardianes de la fuerza tenían numerosos rasguños y heridas sangrientas por todo el cuerpo, y no reaccionaban ni atacaban de la misma forma que al inicio del combate.
A primera vista se notaba que estaban ya exhaustos y agotados, no sólo por estar ellos también jadeando del cansancio, sino también por la lentitud y capacidad de reacción en sus movimientos, los cuales eran ya incapaces de bloquear y esquivar los ataques del séptimo.

En ese momento todos palidecieron aún más y perdieron el color del rostro, cuando en ese entonces oyeron cuatro desgarradores chillidos de dolor, más altos que antes. Sus peores temores se confirmaron al volver la vista al frente y observar, horrorizados, cómo un nuevo ataque de área de Derriper alcanzó a las cuatro invocaciones, al mismo tiempo.
La cada vez mayor potencia de sus ofensivas dejó finalmente debilitados a los guardianes de la fuerza, que acabaron bastante más lejos y parados en el aire, con graves y profundas heridas.
Una nueva grieta se formó en las esferas de invocación, tras recibir el golpe del dios oscuro, que los miembros del equipo advirtieron con sólo oír los crujidos:
- ¡¡Quetzal, Shiva, Ifrit, Bahamut!!- exclamaron los guardianes, preocupados.

La enorme criatura de oscuridad sonrió de satisfacción, al haberse quitado ya de encima aquellas moscas molestas. Comparado con su actual y poderosa fuerza, que seguía aumentando en todo momento sin parar, las invocaciones ya no eran rivales ni para él ni para Caos Bahamut. Ya no había obstáculos que le impidieran llegar hasta su objetivo:
- Y ahora…- dijo Derriper, serio y mientras daba media vuelta, que luego afirmó diciendo- ¡¡A por ellos!!

El miedo y el terror se apoderaron de todos los guardianes, desde el instante en que el ser oscuro echó a volar directo hacia ellos, a toda velocidad. La sola visión del enemigo acercándose a la plataforma de tierra, con Caos Bahamut chillando de furia y absolutamente todo su cuerpo mutando gracias al poder de la oscuridad, encogía incluso el corazón del más valiente.
No tenían ningún lugar al que huir o escapar, y sentían muy próxima la hora de su muerte:
- ¡¡CUIDADO, AHÍ VIENE OTRA VEZ!!- gritó Rex, aterrado.

La distancia parecía mayor desde la plataforma de tierra, pero ver al enemigo acercarse a aquella velocidad, dejaba claro que no lo era tanto. En cuestión de pocos segundos llegaría a su posición, y lo peor de todo era que no podían hacer nada por evitarlo.
Sorprendentemente, y para mayor perplejidad de Ray y los demás, los únicos que no parecían asustados ni horrorizados eran los dos jóvenes elegidos. Aunque temblando, se mantenían en pie y con la cabeza mirando al frente, muy seguros de sí mismos. La valentía, la confianza y la seguridad con la que no retrocedían y se mantenían firmes, era sencillamente increíble.

Justo a medio camino los sorprendió algo inesperado, y que volvió a dejarlos con la boca abierta, tanto a los guardianes como al propio líder de la organización Muerte. De nuevo las cuatro invocaciones se interpusieron entre el ser oscuro y la plataforma de tierra, cada una atacando con su magia elemental y provocando diversas explosiones alrededor del enemigo. Sin embargo, éstas ya no eran rivales para él, a quien sus ataques no le afectaban en absoluto:
- ¡¡FUERA DE MI CAMINO!!- gritó Derriper, furioso y con su voz profunda.
El poder de la oscuridad había alcanzado tal nivel que ahora incluso podía expandirse y atacar empleando únicamente materia oscura. Dicha materia alcanzó otra vez a los G.F. y los empujó violentamente en el aire, con graves heridas y chillando de dolor.

Lo que ocurrió a continuación dejó muy sorprendidos y perplejos a todos los guardianes del grupo, que no podían creer lo que veían. Mientras el séptimo trataba de seguir avanzando hacia la plataforma, en su camino se interponían continuamente Quetzal, Shiva, Ifrit y Bahamut, que a pesar de recibir numerosos golpes siempre se levantaban, una y otra vez, de nuevo a intentar detenerlo.
Las caras horrorizadas de Cristal y los demás tan solo reflejaban miedo y terror, al ver con dolor y pesar cómo sus aliados luchaban empleando sus últimas fuerzas, aún sabiendo que podrían morir en cualquier momento. Las esferas de invocación crujían con cada golpe, y sus grietas aumentaban con cada segundo que pasaba.

En aquella situación crítica y desesperada, tan solo un final inminente aguardaba, y que estaba mucho más próximo de lo que todos ellos imaginaban.

Mientras las invocaciones trataban de seguir frenando a Derriper con todas sus fuerzas y arriesgando sus vidas, en la plataforma de tierra los guardianes giraron de nuevo la cabeza a sus protegidos, cuya acción los dejó muy pálidos y con los ojos y la boca abierta. Los dos jóvenes en pie comenzaron a mover, al mismo tiempo, el brazo y la mano derecha en la que empuñaban su arma sagrada.
Jack y el resto de sus compañeros estaban atónitos y perplejos, mientras veían a los elegidos levantar su extremidad derecha, temblando y con lentitud y dificultad:
- Oh, armas sagradas…nacidas del poder de los seis elementos…y del corazón de los seis grandes…- pronunció Erika, firme y seriamente, a la vez que alzaba la vara mágica en su mano derecha- por favor…reveladnos la naturaleza de vuestro verdadero poder…
- Así como vosotras mismas nos habéis elegido como portadores, por ello os ordenamos que nos prestéis vuestra fuerza…- siguió Eduardo, seguro y valientemente, a la vez que alzaba la llave espada en su mano derecha- que vuestra luz nos ayude a encontrar el camino…y a disipar las tinieblas que lo ocultan…

Para cuando los dos jóvenes terminaron de levantar sus armas y de apuntar con ellas a Derriper, éste ya se encontraba peligrosamente cerca de la plataforma de tierra. Su ya alarmante obsesión por acabar con los elegidos cuanto antes era incapaz de ocultarla, y tal resultaba su agonía y desesperación que incluso el tono de su voz grave y profunda denotaba preocupación y ansiedad:
- ¡¡APARTAOS!!- gritó el líder de la organización Muerte, golpeando con sus ataques una y otra vez a los G.F, enfadado y frustrado- ¡¡FUERA DE MI CAMINO!!

La situación era crítica y alarmante. Faltaban tan solo unos segundos para que el ser oscuro los alcanzara, y con él terminara definitivamente el combate. La tensión se respiraba en la atmósfera, la intriga se palpaba en el aire, el suspense y el miedo no parecían haber estado más presentes en todas sus vidas, y el horror de saber que les había llegado la hora encogía sus corazones de tal manera que creyeron dejaron de palpitar.
El combate, sus propias vidas y el destino de Limaria dependían del resultado de aquel último ataque:
- Por todas las vidas arrebatadas…- dijo Erika, firme y seriamente- por todos los sueños rotos…
- Por todas las promesas incumplidas…- siguió Eduardo, seguro y valientemente- por todos los amigos perdidos…

A sólo diez segundos antes de llegar el final, ambos jóvenes pronunciaron en alta voz y valientemente las siguientes palabras:
- Por eso, y por todo el daño que has causado…- dijo Erika.
- Ha llegado la hora…- continuó Eduardo- de que pagues por las consecuencias de tus actos…
Derriper estaba ya prácticamente encima de ellos, cuya sombra cubrió toda la plataforma. Su oscuridad había alcanzado tal nivel que su propio cuerpo se había convertido en la más pura y absoluta materia oscura, que se expandió a la velocidad de la luz y con la que cubrió todo el anterior cielo en llamas, sumiendo a los presentes en el corazón de las tinieblas.
Tanto él como Caos Bahamut, con sus ojos rojos al frente como único vestigio material de la oscuridad, iban a tragarlos para siempre en el corazón de la misma:
- ¡¡¡MORID!!- gritó el ser oscuro, a los cuatro vientos.

Lo que ocurrió a continuación hizo que el tiempo se detuviera para todos. Por un instante, los miembros del equipo creyeron que sus corazones dejaron de latir, al tragarlos de lleno la materia oscura nacida del enemigo. Por un momento el viento dejó de soplar, la tierra dejó de moverse, el agua dejó de fluir, y el sonido se convirtió en silencio. Jack y los demás, al no sentir ni oír, tan solo podían imaginar el único lugar en el que debían de estar: la nada.

Justo cuando parecía que había llegado el fin, y que todos estaban definitivamente muertos, las voces serias y firmes de los dos jóvenes resonaron en medio de las tinieblas. Oírlas sorprendió a todos los presentes, en el lugar completamente negro donde estaban y no se veía nada:
- No ganarás esta batalla…- dijo Eduardo- no apagarás la luz de nuestros corazones…
- Por más que lo intentes, el bien siempre triunfa sobre el mal…- siguió Erika- así lo es, así lo ha sido y así siempre lo será…
- Porque…- pronunció el chico.
- Nosotros…- pronunció la chica.
Acto seguido ambos dijeron, valientemente y al mismo tiempo, las siguientes palabras:
- ¡¡SOMOS LA LUZ!!

Desde el instante en que terminaron de pronunciar la última palabra, ocurrió el milagro.

Un rayo de luz blanca surgió de repente en medio del corazón de las tinieblas, cuyo resplandor brillante y cegador ahuyentó las sombras y las alejó de la plataforma de tierra. La luz era tan blanca y pura que muy pronto se extendió por todo el espacio a gran velocidad, eliminando la materia oscura y volviendo el escenario de combate a la normalidad.
Tanto los dos jóvenes como el resto de guardianes seguían encima de la plataforma, suspendida en el aire, y protegidos al calor de la luz sagrada. Habían sobrevivido gracias a ella.

Sin embargo, no solo ellos volvieron a la normalidad, sino también el enemigo. Derriper había vuelto a su tercera forma, junto con Caos Bahamut, y ambos sufriendo por el influjo del resplandor blanco. El poder de los seis hacía que el séptimo perdiera gran parte de su oscuridad:
- ¡¡NO…NO PUEDE SER…!!- dijo el líder de la organización Muerte, desesperado y agonizando al ver su poder reducido- ¿¡POR QUÉ…POR QUÉ AHORA!? ¿¡QUÉ TIENEN ESTOS ELEGIDOS QUE NO TUVIERON TODOS LOS DEMÁS ANTERIORES!? ¡¡ES ABSURDO!!
El dragón negro chillaba de dolor, y Derriper descubrió la causa. Palideció y se sorprendió al bajar la mirada, cuando observó de cerca que dos filos blancos de luz le atravesaban el pecho, y más concretamente el corazón.
Ambos filos provenían de las dos armas sagradas, la llave espada y la vara mágica, que empuñaban Eduardo y Erika en su mano derecha y con las que apuntaban hacia él en alto. La longitud de sus filos había aumentado gracias al poder de la luz blanca sagrada, y con ella habían atravesado el corazón del séptimo, asestándole una letal herida de muerte.

Con el ataque mortífero de los seis, Derriper ya no podía seguir recuperando el total de su poder como dios, y por esa misma razón también su oscuridad se debilitaba.
Supo que ya estaba acabado cuando vio que su cuerpo entero comenzó a desaparecer, diseminándose poco a poco desde sus extremidades hasta la cabeza, en forma de polvo y cenizas oscuras:
- Ya veo…ahora lo entiendo todo…- dijo el séptimo, de repente mucho más tranquilo y calmado, mientras miraba a Erika y Eduardo frente a él- ya sé…por qué esto…tiene que ser así…

Los dos jóvenes seguían en pie en la plataforma, empuñando sus armas con las manos y mientras la luz sagrada de las mismas destruía la oscuridad de Derriper. Así, poco a poco y lentamente, el dios oscuro fue desapareciendo junto con el resto de las tinieblas que lo formaban: sin duda era su fin.
Sin embargo, lo más terrorífico y escalofriante de todo era que el séptimo no parecía en absoluto asustado ni preocupado. En ningún momento dejó de mantener la calma, mientras desaparecía, como si tuviera la situación bajo control.
Todos los miembros del equipo fueron testigos de la diabólica sonrisa que esbozó Derriper, antes de desaparecer por completo, y cuya imagen quedó siniestramente grabada en sus mentes para siempre.

Cuando el líder de la organización Muerte acabó de desaparecer por completo, y ya no quedó rastro alguno de oscuridad, la misma luz blanca de las armas sagradas comenzó a abarcarlo todo a su alrededor. Su resplandor muy pronto se hizo tan fuerte y tan cegador que todos los miembros del grupo tuvieron que cerrar los ojos, para no resultar ciegos con la luminosidad.
El equipo entero, la plataforma, las invocaciones y todo el escenario de combate de la ciudad onírica de Eleanor en ruinas, todo, acabó sumido en la luz blanca sagrada.

Después de eso, llegó el más absoluto silencio.


Jack y los demás volvieron a abrir de nuevo los ojos, al cabo de unos segundos manteniéndolos cerrados, y su sorpresa fue mucho mayor al descubrir dónde estaban.
Todos se quedaron sorprendidos y boquiabiertos al darse cuenta de que volvía a ser de noche, el viento soplaba, el agua fluía y la tierra se estremecía. Empleando sus últimas fuerzas tras el duro combate que acababan de librar, el grupo entero bebió una ultrapoción, con la que se recuperaron algo y podían moverse:
- ¿¡Pero qué…!?- preguntó Alana, perpleja.
Se levantaron del suelo, aún temblando un poco, y sus caras mostraron un asombro y una sorpresa inaudita, al descubrir que se encontraban de nuevo en el mirador exterior de Valor Alado: el mismo lugar desde donde se adentraron en el agujero negro, antes de enfrentarse al séptimo:
- ¡¡No…no me lo puedo creer…!!- exclamó Cristal, con una amplia sonrisa eufórica de oreja a oreja- ¡¡He…hemos vuelto…hemos vuelto del mundo onírico!! ¡¡Estamos vivos!!
Su felicidad muy pronto contagió a Rex, Alana, Eduardo y Erika, quienes también sonrieron de alivio al haber ganado el combate. Los dos jóvenes ya no portaban las armas sagradas en sus manos: éstas desaparecieron mágicamente tras la luz blanca, cuyo poder prestado de los seis dioses acabó con el ser oscuro:
- ¡¡He…hemos derrotado a Derriper…al mismísimo séptimo!!- exclamó Rex, eufórico de alegría- ¡¡No me lo creo…hemos acabado con un dios!!

Incluso Jack y Ray, que no solían ser tan positivos como sus compañeros, también sonrieron de alivio. Comprobaron con sus propios ojos que había desaparecido el agujero negro por el que habían entrado, y tampoco se percibía el aura mágica de Derriper por ninguna parte.
En aquellos momentos, y si no se cumplía ninguna de las dos condiciones anteriores, no se podía negar que el peligro había pasado:
- ¿Qué crees que ha pasado?- le preguntó el mago a su amigo.
- Supongo que, al acabar con Derriper, salimos del mundo onírico y regresamos al real- explicó Ray, tranquilamente- todavía me cuesta creer que sigamos vivos…todo ha pasado tan rápido que…aún sigo pensando que no hemos vuelto…
El hombre rubio sonrió aliviado, y lo tranquilizó diciendo:
- La intervención de los seis fue lo que nos salvó la vida…sin ellos, probablemente ahora estaríamos muertos, junto con el resto del planeta…- afirmó Jack, muy seguro de sus palabras- y gracias a ellos, ahora creo que por fin Derriper ha muerto…para siempre.

Sin embargo, la felicidad duró poco al sentir todos en ese momento una infinita y terrorífica cantidad de aura mágica, que los bajó de las nubes y los hizo volver a la realidad.
El grupo entero palideció y se quedó con los ojos y la boca abierta, al volver la vista al cielo, desde donde provenía un inmenso rugido que hacía temblar incluso el mismísimo planeta:
- ¡¡No…no puede ser…!!- exclamó Rex, horrorizado- ¡¡Pero si es…!!
El monstruo Ludmort yacía por encima de sus cabezas, abarcando todo el cielo hasta el horizonte, y cuya sola presencia anunciaba el fin del mundo. Durante el combate contra el séptimo, se habían olvidado de él por completo:
- ¡¡Ya está aquí!!- exclamó Cristal, aterrada- ¡¡Ludmort va a destruir el planeta!!
Con Derriper fuera de juego, y sin ningún obstáculo más en su camino, ya no había problema para que los elegidos actuaran. Jack se dirigió a los dos jóvenes y les indicó, seriamente:
- ¡¡Eduardo, Erika!! ¡¡Es vuestro turno!!

Ambos elegidos asintieron firmes y seguros con la cabeza y se pusieron en guardia mirando al cielo, a la vez que hacían aparecer mágicamente la llave espada y la vara mágica en sus manos, de nuevo en su forma base.

Sin embargo, un nuevo e inesperado acontecimiento ocurrió en ese mismo momento, que dejó pálidos y horrorizados a todos los presentes. Lo que sucedió a continuación destruyó las últimas esperanzas que los guardianes tenían puestas en sus protegidos.

En el instante en que Eduardo desenfundó su arma, algo en su interior se estremeció de tal manera que lo hizo volver a enfundarla, mágicamente, haciéndola desaparecer de sus manos. El chico de rojo sintió un dolor tan profundo dentro de él que cayó al suelo de rodillas, donde apoyó ambas manos y escupió un espumarajo de sangre por la boca, mirando al suelo.
Sus amigos se quedaron atónitos y aterrados por lo que acababan de ver:
- ¡¡EDUARDO!!- exclamaron todos los guardianes, preocupados.
- ¡¡EDU!! ¡¡EDU!!- exclamó Erika, preocupada, que también enfundó su arma mágicamente y se agachó junto a él- ¡¡EDU!! ¿¡QUÉ TE PASA!? ¿¡QUÉ OCURRE!?

El joven de rojo temblaba. Sentía como si la mitad de su ser hubiera muerto con él, mientras la otra trataba de luchar y de mantener a flote su vida. Durante unos segundos el elegido no escuchó las palabras a gritos de sus amigos, pues estaba inmerso en el extraño dolor que sacudió de repente su cuerpo.
Tras otros segundos en los que por un instante creyó perder la razón y la conciencia, oyendo un pitido en sus oídos, enseguida comprendió lo que le pasaba cuando una grave y profunda voz conocida resonó por sí sola en su cabeza.
Su rostro palideció de puro terror, mientras temblaba y tan sólo oía el débil pálpito de su corazón entre dos latidos:
“Si creíais que habíais acabado conmigo, estáis muy equivocados…”- dijo la siniestra voz de ultratumba del séptimo- “Si he de morir, no seré el único que lo haga… ¡¡porque vosotros y el mundo entero también moriréis conmigo!!”

En ese instante el dolor se volvió más intenso para Eduardo, que empezó a gritar de agonía y de dolor mientras temblaba de rodillas en el suelo. Sus amigos cada vez temían más lo peor:
- ¡¡Eduardo, Eduardo!!- dijo Jack, preocupado- ¿¡Qué te pasa!? ¡¡Responde!!
Ludmort seguía acercándose y el joven no reaccionaba a la amenaza inminente, contra la cual debían enfrentarse. Era cuestión de minutos que el monstruo alcanzara la superficie terrestre e hiciera explotar el planeta. Sin duda se encontraban en el instante, en el auténtico y verdadero momento de la hora de la verdad:
- ¡¡De…Derriper…!!- respondió el chico de rojo, con dificultad y dolor- ¡¡Derriper…sigue vivo!!
- ¿¡QUÉ!?- exclamaron todos a la vez, perplejos.

Aquellas fueron sus últimas palabras, antes de dejar de gritar y cerrar los ojos, perdiendo el conocimiento. Eduardo cayó al suelo y allí su cuerpo quedó inerte y sin vida. Casi al mismo tiempo que su compañero, de repente Erika también se desmayó y perdió misteriosamente el conocimiento, cayendo igual al suelo junto a él.
Todos los guardianes palidecieron y perdieron el color del rostro, al ver que los dos elegidos se habían desmayado justo en el momento de la hora de la verdad. Sin duda, y después de todo por lo que habían pasado, aquello se trataba de una auténtica pesadilla:
- ¡¡ERIKA!! ¡¡EDUARDO!!- gritaron todos a la vez, preocupados.

Pero para cuando llegaron junto a ellos, ya era demasiado tarde. Ambos jóvenes habían caído en un profundo sueño, por obra del séptimo, y del que era muy probable que no volvieran a despertar. Los dos habían vuelto al mundo onírico de Derriper, donde tendría lugar el desenlace de aquella decisiva batalla.


Eduardo y Erika eran los únicos que librarían la última etapa del combate final contra el ser oscuro.